Revista Economía
Continuamos con nuestra intención de mostraros cómo se vive la bicicleta en las grandes ciudades del mundo. Después de enseñaros Nueva York, visitamos Dublín, capital de Irlanda y destino de vacaciones de muchos españoles. Esta ciudad de cerveza y tréboles acogió en agosto de 2007 el Campeonato del Mundo de Mensajeros en Bici (CMWC), un motivo más para pedalear entre fanáticos de las dos ruedas y aprovechar al máximo unos días allí.
La primera duda que puede surgir antes de volar a Dublín puede ser si es mejor llevarnos nuestra bici o alquilar una allí. La primera opción es bastante factible en casi todas las compañías aéreas por unos 30 euros el trayecto. Si tenemos en cuenta que alquilar una bici en Dublín nos puede costar unos 20 euros por día, seguramente merece la pena, pero hay que tener en cuenta otros aspectos, como por ejemplo cómo llegar desde el aeropuerto al centro de la ciudad. Si le echamos un poco agallas y la bici la llevamos en una caja (como debería ser), podemos pedirle al conductor del autobús que va al centro que la lleve en el maletero. Normalmente no pondrá problemas, pero ya que hemos venido a pedalear, podemos sacar la bici de la caja y empezar desde el mismo aeropuerto. Nos costará unos 40 minutos, pero la carretera tiene buen arcén y sentiremos que el viaje empieza nada más bajar del avión. Gracias a Google Maps u otras páginas web similares podemos imprimir un mapa de la zona y desviarnos cuanto antes a los barrios para así saborear la arquitectura irlandesa e ir más tranquilos. Esta opción es posible si llevamos el equipaje en una mochila o alforjas y si llegamos con buena luz del día. Alquilar es siempre mucho más cómodo y además hoy en día casi todas las empresas disponen de distintos modelos adaptables a nuestra comodidad: sillines anchos o estrechos, suspensión, bicis de paseo, de niño, con cestita… En las tiendas de alquiler además hacen tours guiados, que sin duda son muy buena opción para los que no acostumbran a ir en bici pero quieren ver toda la ciudad en un solo día. Si el miedo a mojarse aparece, aún existe la posibilidad de ir sobre ruedas si subimos a un pedicab, una especie de taxi en triciclo que circula por Dublín. Muchas veces hacen campañas publicitarias y llevan a la gente gratis de un sitio a otro.
CÁMARA DE FOTOS E IMPERMEABLE
Como para casi todos los turistas, llevar una cámara de fotos al aire es un elemento imprescindible, pero además Dublín tiene tantas instantáneas por realizar que no podremos evitar quitarnos el personaje de “guiri” allí donde vayamos. Para completar el “atrezzo”, no debemos olvidar el impermeable, porque en Dublín llueve todo el año, no importa si amanece con un sol deslumbrante y tampoco que la temperatura pueda alcanzar los 28 grados, igualmente llueve casi todos los días. Y a pesar de todo, ir en bici por la ciudad es una maravilla. En los equipos ciclistas de Dublín hay una norma no escrita que demuestra la importancia de la lluvia en la ciudad: “usa siempre guardabarros”. Incluso las bicis de carbono llevan un minúsculo guardabarros que protege no sólo a quien lo lleva, sino al que va detrás. Para una ciudad como ésta recomendamos una bici de rueda un poco más ancha que las típicas de carretera. Sin necesidad de llevar una de montaña, como mínimo deberíamos poner una cubierta mixta, de las que conocemos como híbridas o cubiertas de paseo. Por un lado por la lluvia y por otro porque una amplia zona de la ciudad está adoquinada y esto complica bastante al ciclista con cubierta lisa. Esto es sólo un consejo, porque la destreza y los gustos de cada uno son lo primero a seguir