Si tuviera la ocasión, como ciudadano que siempre ha votado izquierda o centro izquierda, preguntaría a Pedro y a Pablo hasta dónde están dispuestos a llegar. Si tuvieran la posibilidad de avanzar en una sociedad mejor, más igualitaria y justa, ¿no lo intentarían?
A Sánchez le pediría que recordara aquello que le gritaban las bases en la última noche electoral y que venía a ser lo mismo de aquel no nos falles a Zapatero. A Iglesias, que no se refugie en preguntas inductoras de la respuesta deseada. A ambos, que desactiven las líneas rojas que trazan entre ellos, que antepongan los intereses colectivos y que no olviden que muchos electores votaron para evitar lo que ahora ellos, solo ellos y con algunos otros, pueden y deben evitar.Llevo unos días que cuando escucho a un dirigente político cambio de dial o canal. Me sigue interesando la formación de los distintos gobiernos que quedan por constituir tras las elecciones generales y autonómicas, pero no estoy dispuesto a perder el tiempo con sus estrategias. Puedo seguir un debate entre periodistas, pero apareciendo los políticos desconecto. Estoy hastiado de sus retóricas expresivas, de sus desprecios repetidos una y mil veces, de sus golpes bajos dialécticos, de sus interrupciones maleducadas, de sus cansinas verborreas para repetir, como simples papagayos, el argumentario de turno.Si pudiera, pediría Iglesias y a Sánchez que no pretendan distraerme porque me aburren, que aparquen todo lo que tengan que aparcar si están convencidos de que dejar el poder en manos de las derechas es peor opción que la de unir sus fuerzas. Que dejen de contarme, de contarnos, el cansino cuento de la buena pipa; que se impliquen en lo urgente.
Siempre voté por estas izquierdas. Milité hace años en una de ellas y he votado ambas opciones. Ahora, sin ser partidario de ninguno de los dos partidos, los prefiero unidos. Como tantos otros, voté para un gobierno progresista. Voté para defender los intereses públicos frente a la privatización de los servicios básicos, para garantizar los derechos civiles y abordar la emergencia climática, para avanzar en una fiscalidad progresiva y derogar aquellas leyes lesivas para la mayoría social, para combatir el precariado y la violencia de género, para ofrecer un trato humanitario a inmigrantes y refugiados, para derogar leyes como la de extranjería. Para a dialogar con el soberanismo catalán y para fortalecer las políticas sociales. Voté para dignificar la política.
¿Que Pedro y Pablo se llevan mal? ¿Que no se fía uno del otro? Pues que aparquen sus egos y desconfianzas, que planten cara a las necesidades de los ciudadanos y que, de una vez, dejen ese continuo tejer y destejer con el que Penélope engañaba a sus pretendientes. Eso sí, si no se ponen de acuerdo, que no se molesten en dar la monserga con sus razones para culparse uno al otro y el otro al uno. Que no cuenten más cuentos porque que ya sabemos todos sus cuentos; que no pretendan hacernos comulgar con ruedas de molinos. Y si al final fueran capaces del acuerdo, les pediría que hagan público los términos del mismo incluida la letra pequeña.
Si realmente, ambos representan a formaciones comprometidas con sus electores tienen ahora la oportunidad de estar a la altura de las expectativas y demostrar con hechos que otras políticas son posibles. Para ello, lo primero es dejar de utilizarnos para sus ambiciones personales que no nos interesan si no son colectivas.