En 2015 Pedro Sánchez acudió a una reunión del Club Bilderberg. Allí debieron ver que ya apuntaba maneras de narciso- sicario y le auparon a la presidencia de España.
Desde entonces es el mayor defensor de las élites y del globalismo. Lo demás le da igual, ya que a él le han puesto para eso y no para gestionar la economía y el bienestar de los españoles.
La élite formada por las grandes corporaciones financieras y un grupo selecto de familias, ha ido concentrando el poder económico, y a través de instituciones benéficas como la ONU y la OMS financiadas por ellos mismos, ha adquirido legitimidad y prestigio.
Cristina Martín, en su obra "La tercera guerra mundial", advierte de nuevas armas de guerra de estos grupos financieros. Siempre la propaganda es mejor que la guerra, por lo que una primera arma ha sido la de las pandemias, y una segunda la creación de líderes artificiales, como Greta Thumberg, para la defensa histriónica del cambio climático, cuyo culpable somos los seres humanos y nuestro perverso afán por contaminar. Después de esto, Bill Gates dijo que los gobiernos tenían que pasarse a las energías renovables, una vez que él ya tenía las patentes tecnológicas.
Esa misma élite nos quiere vender la Agenda 2030 como un plan para mejorar el mundo, pero en realidad es una herramienta diseñada para que todos los recursos sean gestionados por ellos, siendo el resto de la humanidad una especie de desmanotados que estamos estropeando todos los recursos naturales, por eso lo mejor es que ellos sean los que los gestionen y nos controlen.
En las últimas semanas se está conformando una auténtica corporocracia en España, su protagonista más destacado es Pedro Sánchez, elegido desde 2015 para este papel. La sorpresa ha sido la incorporación de Pablo Casado, para entregar a las corporaciones elitistas el control total de la población de manera que pase lo que pase siempre gobiernen los mismos. Desconozco si Pablo Casado también ha pasado por una reunión del Club Bilderberg, pero seguro que tiene su bendición para participar del nuevo papel como socio de Sánchez, para ejercer un mayor control de la población -siempre pensando en nuestro bien, por supuesto-.
Realmente este personaje podría formar parte, sin despeinarse ni dejar de sonreír, de un gobierno social-conservador-comunista-separatista y pro-etarra.
La ingeniería social no es patrimonio de las dictaduras de izquierdas: Desde que Gramsci lo propusiera, es en las sociedades democráticas donde se ven mayor cantidad de adictos a este tipo de "progreso social".
La Agenda 2030 se trataría de una especie de dictadura mundial ejercida por unas determinadas corporaciones, con la pérdida de poder del ciudadano y un mayor control de las mentes, la propiedad, los recursos naturales y las libertades, por parte de las corporaciones pertenecientes a ese pequeño grupo de elegidos.
Lo increíble es que todo este proceso estuviese planeado desde 2015 y no nos hayamos enterado hasta ahora, que lo estamos viviendo y encajando las piezas.
Esta Agenda 2030 es una utopía, y ya sabemos cómo han funcionado a lo largo de la historia. El propio Karl Popper decía, al diferenciar una política social "razonable" de una "utópica", que no es lo mismo intentar acciones políticas medibles, específicas y alcanzables en un plazo determinado -que sería lo razonable-, que decir que el plan político consiste en lograr la felicidad, de toda la población -que sería un concepto utópico, imposible de medir, arbitrario e inalcanzable, como lo ha sido el comunismo-, como mejor ejemplo de utopía en política.
Esta Agenda 2030 y su planteamiento utópico, supone estar a las puertas de un nuevo totalitarismo.
Hace tiempo que las élites internacionales y sus corporaciones se han dado cuenta de que para conseguir sus objetivos y para que sus empresas progresen la propaganda es mejor que la guerra, y que es preferible tener a Pedro y a Pablo juntos, que solo a Pedro.
Al parecer, hoy Pablo Casado se ha incorporado con plenitud a esa estrategia, aunque con la torpeza propia de los líderes de medio pelo. Su lucha contra Isabel Díaz Ayuso provocará que PP se transforme en un partido raquítico, pero suficiente para apuntalar al PSOE y a Pedro Sánchez para cuatro años más.
Pablo Casado ya ha recibido la bendición de Podemos, Bildu, ERC , PNV y PSOE, y le han nombrado un demócrata necesario, para que todo siga igual que hasta ahora.
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