España es una sociedad de castas en la que hay dos grandes grupos: los “pelagambas” y los “pagagambas”. Los “pelagambas” son los políticos, los sindicalistas y los servidores y aliados del sistema, una casta cargada de privilegios, algunos de ellos comparables a los del medievo y el despotismo, que decide en todo y por todos y que vive de manera opulenta, mientras que los “pagagambas” somos los ciudadanos, desamparados, maltratados por el poder, mal gobernados, acribillados a impuestos, medio arruinados, con escasos derechos y muchos deberes, expulsados del proceso de toma de decisiones y sin peso alguno en un sistema que se dice democrático y en el que el ciudadanos es, por definición, el soberano y el dueño.
La casta superior vive de lujo y come gambas constantemente, que son pagadas por una ciudadanía para la que comer gambas es un privilegio cada día más lejano e inalcanzable. Esta sociedad deleznable, desequilibrada e injusta forma parte de la Unión Europea, sin que los demás países socios, en teoría democráticos, hagan nada por evitar esa profunda y lacerante injusticia, que, para colmo de males, está adobada con la salsa de la más feroz corrupción política e institucional.
¿No se dan cuenta los europeos de que España es un polvorín que, día a día, tiene su mecha más seca y sedienta, en espera de la chispa que la prenda? ¿Nadie percibe la profunda injusticia que infecta la sociedad española, dominada por políticos que siguen endeudando con demencia al país, mientras se niegan a adelgazar el monstruoso e insaciable Estado que ellos han usurpado y que prefieren cobrar impuestos injustos y desproporcionados, practicando además, recortes en servicios básicos, antes que cerrar una sola televisión pública o escuchar el clamor ciudadano que exige austeridad y el fin de la financiación pública de los odiados partidos políticos y sindicatos y la división del país en reinos de taifas? ¿De qué calaña son unos políticos que prefieren bajar las prestaciones y el nivel de calidad de la sanidad pública y la educación, antes de cerrar una sola empresa pública que además no es de ellos, renunciar a lujos o adelgazar un Estado, plagado de inútiles enchufados con carné de partido vividores holgazanes, que está arruinando al país por su enorme dimensión y coste?
Los europeos tienen por qué callar. En Alemania, Inglaterra y demás estados tienen a la gente masacrada. ¿Cómo van a levantar la voz?
Aquí, el espectáculo de la cloaca española se despliega ante Europa, con toda su obscenidad antidemocrática sin que los europeos digan nada, ni siquiera una palabra de crítica o condena a una clase política que aparece en las encuestas repudiada y rechazada por un número alto y creciente de ciudadanos, los cuales señalan a los políticos como el gran problema del país, junto con el desempleo masivo.
Los pelagambas campean por España como si fueran sus únicos dueños y, conscientes de su práctica impunidad, no paran de humillar al ciudadano con sus desmanes, abusos y privilegios.
Los saqueadores de las cajas de ahorro están en sus hogares, tranquilos y sin ser perseguidos, tras haberse llevado cientos de miles de millones de euros, desde el Rey que guarda su pastizal y hace tiempo se construyó una especie de palacio en Malasia hasta los socialistas a través de la SGAE (Sociedad General de Autores y Editores) que tienen hace tiempo edificios en Sudamérica por lo que pueda pasar. Hay decenas de miles de políticos con un patrimonio que resulta inexplicable y la justicia no los investiga. Hay medios de comunicación, sometidos al poder mediante la necesidad de licencia, que mienten y ocultan la verdad, tegiversandolo todo y creando confusión.
Hay jueces y magistrados trepadores, nombrados de manera impúdica por los partidos políticos, que sirven a sus señores y administran una Justicia desigual y parcial. Hay comisionistas, testaferros, recaudadores y toda una trama de sinvergüenzas que cobran a las empresas por contratos públicos y subvenciones y que saquean el país con impunidad total.
Ello anque hay muchos políticos señalados por la Justicia e investigados por delitos de corrupción a los que sus partidos nombran diputados o senadores para aforarlos y preservarlos del castigo que merecen. Hay partidos políticos que ignoran por desconocimiento la democracia,y menos la interna, convertidos en hornos deleznables donde se cuecen los “pelagambas junior”, auténticos monstruos serviles y sin criterio, que cuando ya han sufrido suficientes humillaciones y han aprendido a ser falsos ascienden para ocupar cargos de gobierno. Mientras tanto, los “pagagambas” españoles, sometidos a la fuerza a sufragar el festín de los “pelagambas”, son expoliados, marginados y despojados de sus derechos fundamentales y de su condición de ciudadanos soberanos por esa casta que está conduciendo a España hasta el matadero.
Dicen que España está saliendo de su crisis económica, algo que tal vez llegue a ser cierto algún día porque la economía es cíclica y después de la tempestad siempre llega la calma, pero ¿Quién sacará a España de su crisis moral? ¿Quién detendrá el independentismo, un sentimiento que crece como el musgo en ambientes injustos y corruptos como el español? ¿Quién va a castigar a los ladrones con poder político? ¿Quién va a eliminar la impunidad práctica de los políticos? ¿Quién va a lograr que los partidos políticos y sindicatos, cada día más odiados por los ciudadanos decentes, dejen de financiarse con los impuestos abusivos que paga el ciudadano? ¿Quién va a conseguir que la Justicia sea justa y equitativa en un país donde los saqueadores y estafadores viven como reyes en fincas y chalets de lujo? ¿Quién va a exigir la ejemplaridad en un liderazgo que exhibe sin pudor, ante los españoles, sus tendencias sucias y antidemocráticas? ¿Quién va a eliminar ese dualismo injusto y trágico en una España cruelmente dividida entre pelagambas y pagagambas?
La culpa de nuestros dramas profundos no es sólo de los pelagambas políticos; también es de los ciudadanos pagagambas y pagaimpuestos, por haber admitido con cobardía ser gobernados por gente sin altura. Solo nos quedan dos opciones: resistir y luchar para crear un mundo mejor o rumiar el reproche que le lanzaron al rey moro Boadil, cuando entregó Granada: ” Llora como mujer lo que no supiste defender como hombre”.
En fin.