Resulta que el Foreign Office avisó a Tony Blair y a su ministro de exteriores Jack Straw que la guerra de Irak era ilegal, que se necesitaba una segunda resolución de la ONU porque la 1441 no bastaba.
Resulta que Tony Blair y su ministro de exteriores Jack Straw se pasaron la opinión de los asesores jurídicos, entre ellos la del Fiscal General, que luego cambió de opinión, por el arco del triunfo y procedieron a la invasión.
Pues resulta que, a tenor de la noticia, tanto Tony Blair como Jack Straw, en primer lugar, cometieron un delito, que es lo que hacen los delincuentes cuando cometen algo ilegal y por lo tanto lo que deben hacer los servicios jurídicos de cualquier país que se precie, en virtud del principio de justicia universal, es denunciar a esta canalla y llevarles ante el Tribunal de la Haya por crímenes contra la humanidad.
Y como resulta que el tonto del texano y el hombrecillo insufrible también promovieron, ampararon, justificaron y participaron en tamaña barbaridad que ha costado centenares de miles de muertos, amén de poner en riesgo la paz mundial, pues que también sean juzgados y purguen sus delitos en la cárcel más infecta que encontremos.
Pero seguro que no es así, y los gobiernos de turno, hoy empeñados en hacerle la pelota a Obama en Afganistán, hacen la vista gorda y pelillos a la mar.