Es difícil escribir sobre el Barcelona - Madrid de ayer y no mencionar al VAR. Que fue penalti no hay dudas, al menos yo no las tengo. Lo que ya me genera dudas es la manera en la que este invento, que vino a hacer del fútbol un deporte más justo, se aplica.
Cuesta entender que, como el periodista Pedro Martín citaba, de los 815 encuentros de Liga disputados con el VAR en tan sólo cuatro se revisara un agarrón como el de ayer. O en esos 815 se han cometido numerosos errores omitiendo dichos agarrones, o el error está en esos cuatro donde sí se pitaron. Lo que parece claro es que no hay un criterio, y eso es lo peor que le puede pasar a la Liga. Que sus equipos salten al campo sin saber muy bien qué les espera.
Polémicas al margen lo cierto es que la primera parte del encuentro fue muy igualada con dos equipos que, pese a no estar en su mejor nivel, lucharon y regalaron al espectador 45 minutos de fútbol entretenido.
Por parte del Madrid se vieron buenas triangulaciones en el mediocampo con un destacado Benzema viniendo a recibir y habilitando a sus compañeros y un Vinicius magnífico en el regate e impreciso en el resto.
En el Barcelona todo se centraba en Ansu Fati y en las subidas de Alba, quien volvió a dar el gol en una de sus ya rutinarias incursiones. Pedri, el otro chaval de 17 años en el once culé, demostró desparpajo aunque por la derecha no tuvo tanta participación en el juego como se esperaba.
La segunda parte se dividió en dos, teniendo como punto de inflexión el ya mencionado penalti. Antes del mismo el Barcelona estaba mucho mejor, con dos laterales que creaban mucho peligro y con unos medios que comenzaban a conectar con la delantera y terminar jugada.
Después del penalti, Ronald Koeman, quizás demasiado, tarde cambió todo dejando una defensa de tres. Fue un suicidio innecesario que terminó por conceder el tercer gol a un Madrid que se había recompuesto tras ponerse por delante en el marcador.
Ayer vimos un clásico que nos muestra el nivel de nuestra Liga. Una Liga con pinta de que va a terminar buscando campeón en uno de los no habituales.