Por La Churro desde Chile
Mientras estuvo mi Colombiano en Chile, disfrutamos de manera simple el poco tiempo que teníamos juntos: conversaciones frívolas, panoramas triviales, caricias por montones y mucho, mucho sexo delicioso. Ambos sabíamos que su paso por estas tierras era limitado, así que nos dedicamos a disfrutar hoy sin pensar en mañana. Pero ¿qué haces cuando empiezas a sentir que debes luchar por esa relación más allá de la fecha de caducidad que traía inscrita?
Recuerdo el día que fui a dejarlo al aeropuerto. Durante todo el trayecto no hablamos mucho, solo nos abrazábamos sin despegarnos un centímetro. Cuando lo dejé en la puerta de embarque nos dimos un gran beso. “Cuídate mucho mi corazón” me dijo “yo voy a estar pendiente de ti, te voy a estar llamando”. No dije nada y solo asentí con la cabeza, un nuevo beso apasionado y me di media vuelta para salir del aeropuerto. Sin entenderlo caminé muy rápido, sentía que debía salir cuanto antes de ahí y decidí no mirar atrás para lanzarle un último beso al aire ni sacar una foto mental de su sonrisa. Luego me arrepentiría.
Me subía al bus que me llevaría de regreso, me senté y apoyé mi cabeza sobre el vidrio, allí brotaron millones de lágrimas, no pararon de brotar en silencio durante los 40 minutos que demoró el trayecto a casa. Al llegar solo me acurruqué posando la cabeza en el regazo de mi hermana. “Se fue mi Colombiano” le dije, mientras ella me acariciaba el cabello, no volví a emitir sonido hasta el día siguiente. Fueron dos días en que quería estar acostada sin saber del mundo ni de nadie. ¿Por qué me sentía así? Si solo era un touch and go, una aventura, un romance de otoño, un “dura lo que dura dura”… quizás darme cuenta en esos apasionados días, algo se gestaba dentro mío, un sentimiento que le estaba ganando a mi cabeza.
Ha pasado aproximadamente un mes y medio desde que se fue. Me ha llamado tres veces, para decirme que me extraña y que me quiere ver… las mamonerías clásicas de quien tienes lejos y no hay nada en común más que el recuerdo de una pasión. Ayer me vino el SPM depre, llorar y llorar sin motivos y extrañar, extrañar a mi Colombiano. Lo invoqué con el pensamiento, hoy recibí una nueva llamada suya. Le dije que lo había estado pensando mucho, como era de esperarse, me dijo que él también, pero sonaba distinto, más apasionado y decidido que otras veces. Dijo que ya no daba más y me dio la noticia que acumuló algunos días libres que le debían en el trabajo para venir a verme en el mes de Julio.
Del dicho al hecho hay un gran trecho, pero supongamos que sus palabras se hacen realidad y se concreta su venida a verme, ¿qué hago? O más bien, ¿qué siento? Él tiene todo para ser mi hombre ideal: es dulce, regalón, muy protector, pero a la vez con personalidad y voz propia. Es guapo, buen bailarín, muy luchador por sus sueños, muy apasionado en la cama y le gusta dormir “cucharita”. Cualquiera podría decirme que “él es”, pero el contexto definitivamente no es. Mi cabeza me dice que no, no y no. ¿cómo me voy a enamorar de un hombre que vive en Nueva York? Son 8.232 kms. solo para ir a darle un beso… así nadie puede. Y la lejanía es tanta que por mucha voluntad, el tiempo y el dinero lo hacen muy complicado. No puedo, no debo.
¿Y si me arriesgo? ¿Si me enamoro? Una tormenta de llantos y dolores se avecinaría. ¿Si dejo todo botado para irme con él? ¿Y si lo hago y me doy cuenta que él “no es”? Pero soy La Churro, los melodramas y los fail son lo mío, no puedo vivir de otra forma. Ahora solo toca esperar que se me pase este SPM a ver si más lúcida y sin tantas hormonas revolucionadas, puedo dimensionar realmente lo que significa un romance SCL- NYC.
NOTA: ¿Quién es el Colombiano? Actualícese aquío aquí.