¡QUE ME LOS QUITAN DE LAS MANOS!
O ALTO FUNCIONARIO DEL ESTADO RECONVERTIDO A COMERCIAL DE INMOBILIARIA.
Me hallaba en una plácida sobremesa, cuando de pronto me golpeó esta noticia, soltada sin más ni más en el medio de tantas otras. Resulta que mi paisano, el atitulado ministro de fomento y vivienda, se ha ido de tour por Europa, llevando en su maleta, nada menos que el stock de pisos del parque inmobiliario patrio, grandiosa maleta debe ser la suya para poder llevar los pisos de un país dónde, por decirlo suavemente, no se deberían construir más pisos pongamos…en 30 años.
El ínclito atitulado utilizó sus escasas mañas como negociador (recordemos cómo termino con un conflicto laboral, sacando a los tricornios a la calle, reverdeciendo laureles que creíamos olvidados) para ofrecer a los europeos, las casas que ni ahora, ni antes, nos podíamos pagar.
Traduciendo, que los amigos de la banca, han mandado a su asalariado, puerta por puerta, para abrir mercado en sociedades más prósperas, para ver si todavía pueden vender los engendros que han llenado de cemento nuestra costa o urbanizaciones ubicadas en lugares recónditos apenas cartografiados (“compratelo aquí, es una inversión genial”, decían).
Al amigo del capital, no se le ha ocurrido sacar todo el parque inmobiliario de pisos vacios, obligando a sus propietarios a sacarlos al mercado de alquiler al menos, no. Una vez agotada la vaca lechera en España y que con la ayuda de 400 y pico euros del paro ya no conceden hipotecas (gracias a Dios), se marcha a ofrecer nuestras casas, aquellas por las que nos hemos endeudado hasta las trancas, a personas que realmente las puedan pagar.
Es lamentable, que la pseudoeconomía en la que vivimos actualmente, en la que se ha abandonado la relación entre el capital y la producción, para instaurar un nuevo binomio: capital y más capital derivado del primero, halla pervertido hasta este punto a los individuos, que son capaces de tener tropecientos pisos cerrados, para especular, para que no bajen de precio, mientras esperan el resurgimiento de la burbuja, mientras tanto, cada vez más personas duermen en la calle o mal viven en algún cuchitril, incapaces de acceder a un pisito decente o simplemente, a un simple techo con cuatro paredes.