¿Cómo definiríais un momento así en un lugar en el que nieva una vez cada varios años? ¿Creéis que se trata de una de esas "pequeñas cosas de la vida" o que merece ser coronado como algo "grande"? Yo no me pongo de acuerdo conmigo misma.
Este, en principio, debería ser otro post en el que os hablo de lo que llevo puesto, pero he cambiado de idea porque no me parece tan importante. Miro las fotos y no pienso "uy, qué jersey más bonito llevaba", sino "qué momento tan feliz". Puede que penséis que disfrutar de una tarde jugando con la nieve no es para tanto, pero para mí representa mucho más que eso.
Hoy se viene una avalancha de nieve en fotos. Y, si me lo permitís, voy a reflexionar un poco sobre el momento que vivo.
Llevamos un año de mierda. Sí, ¿por qué no decirlo? Sé que hay mucha gente a la que le ha ido genial en este último año, pero aún así, quién más o quién menos, nadie se libra de esta apatía. Porque es eso: apatía. Muchos hemos tenido la inmensa suerte de salir ilesos y de no haber perdido a nadie por el momento, pero esta realidad no nos es ajena. La ansiedad, la incertidumbre, el desasosiego... Y creedme que intento no hablar de ello porque cansa darle vueltas al mismo tema, pero a veces necesito sacarlo.
Lo que más se subraya de esta experiencia, como no puede ser de otra manera, es el reguero de muerte que está creando. Llevamos tanto tiempo escuchando cifras y viendo gráficos que nos hemos, incluso, inmunizado a la tragedia. Nos dicen "esta tarde han fallecido 30.000 personas" y respondemos aburridamente "ah, ya...".
No obstante, al margen de esto, las otras consecuencias también son numerosas. Quizá las más destacables son las relativas al empleo, ya que muchas personas han perdido su trabajo y es muy difícil reponerse en estas circunstancias.
En conclusión, las vías de escape se cuentan con los dedos de una mano. No podemos viajar para evadirnos, no podemos reunirnos con quienes nos ofrecerían consuelo, no podemos recibir el calor de un abrazo, no podemos permitirnos gastar demasiado en cosas no esenciales, no podemos ir al gimnasio a redirigir nuestra energía, no podemos ir al cine a perdernos en mundos fantásticos, ni siquiera a una biblioteca...
Y, en medio de todo esto, llegó la nieve.
La nieve puede significar muchas cosas. Para algunos, de hecho, son cosas negativas como suciedad, frío y atascos. Para otros simplemente es una tarde de juegos o una oportunidad de llenar Instagram de creatividad. Los hay que solo sienten indiferencia, como cualquier otro fenómeno atmosférico. Para mí, personalmente, representa más que eso.
Ya conté en el pasado post que Mr. Preppy y yo adoramos las vacaciones de invierno por encima de todas las cosas. No os imaginéis que os hablo de una velada con champagne en un jacuzzi calentito al pie de las montañas nevadas de Austria porque el presupuesto no nos llega ni para el viaje de ida. Hacemos lo que podemos dentro de nuestras posibilidades para poder disfrutar de un día de esquí o de alguna otra actividad.
Cuando llegó la cuarentena yo acababa de comprarme el jersey que veis en las fotos. Lo compré a través de Vinted y es modelo de H&M de alguna temporada pasada que no recuerdo. Lo había comprado con la idea de que nos escapáramos a algún paraíso nevado a descansar tras muchos días de estrés, estudio y trabajo. Evidentemente, no pudo ser.
Y no me malinterpretéis, no es que me fuera la vida en ello. No pudo ser, lo entendimos y ya está. "El próximo año", nos dijimos. Pero el próximo año es este y estamos casi peor (o sin el casi) que en aquel momento. Y si bien es cierto que ahora mismo lo último en lo que estoy pensando es en eso, la llegada de la nieve supuso un nidito de esperanza dentro de mí. Era como si el universo quisiera traeros un trocito de aquello que no estábamos perdiendo.
En una época en la que me tengo que centrar en mi segunda carrera porque el trabajo escasea, en la que leo las palabras "ansiedad" y "depresión" en Twitter todos los días, en la que no sé si conseguiré trabajar seriamente de esto algún día, o si podremos recuperar un pedacito de aquello que nos han arrebatado, si lograremos las metas por las que estamos luchando cada día, aparece un pequeño alivio.
Y pudimos salir, escuchar el sonido de nuestras botas surcando la nieve, hacer el tonto, admirar la belleza del paisaje blanco y olvidar por un momento que no habíamos salido de la provincia en meses.
Ahora vosotros me diréis: ¿son pequeñas cosas o grandes cosas? Sigo sin tenerlo claro.
Fotos hechas por Alex Lorrys y Manuel Laya