Pequeño incidente

Nadie se había ensañado contra él. Era libre, pero esta vez era libre de otra manera en aquel barrio. Siempre había buscado esté rincón para refugiarse pero jamás lo había vivido ahora entendía la razón de esa gravedad, de ese impulso que lo había llevado en cada ciudad a buscar el barrio de los vejetes.

Se sentó de un salto sobre la cama. Ahora, estaba seguro de que jamás saldría vivo de aquel lugar, aquella no era una habitación de hotel, era una celda. Se maldijo, cómo había podido ser tan estúpido al pensar que los vejetes iban a aceptar a un hombre sin un céntimo en su círculo de felicidad. Sintió unos pasos que se acercaban hasta su habitación, alguien metió una llave en la cerradura. Maldita sea, no recordaba donde había dejado la billetera.