Revista Cultura y Ocio

Pequeños fuegos por todas partes. Celeste Ng

Por Mientrasleo @MientrasleoS
Pequeños fuegos por todas partes. Celeste Ng
     "Aquel verano, en Shaker Heights, todo el mundo hablaba de ello: Isabelle, la pequeña de los Richardson, había perdido definitivamente la cabeza y había quemado la casa. En la primavera, los chismes habían girado en torno a Mirabelle McCullough -o May Ling Chow, según de qué lado estuviese uno-, y ahora por fin había algo nuevo y excitante que comentar."
     Todo lo que no te conté fue la primera novela de Celeste Ng y recuerdo haberlo leído, disfrutado y recomendado a todo aquel que me quiso escuchar. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Pequeños fuegos por todas partes.
     Conocemos a la familia Richardson, la perfecta familia del perfecto lugar para vivir a las afueras. Tienen cuatro coches y cuatro hijos, como corresponde. Sin embargo, la llegada de Mía Warren y su hija Pearl será el acelerante para esos pequeños incendios de la comunidad que terminan mostrando un retrato de lo que fueron esas zonas suburbanas. Mía es una artista que ha vivido en muchos lugares y su hija de quince años está deseando tener un hogar estable y encajar en él. Mía llega como inquilina de los Richardson y la señora Richardson no tarda en sentirse generosa y ofrecerle a mía ser su empleada del hogar como pago a su alquiler.
     Si en Todo lo que no te conté comenzábamos la historia con el descubrimiento de un cuerpo, aquí Celeste Ng ha decidido comenzar por un incendio. La señora Richardson, madre, esposa y ejemplo, está delante de su casa en llamas. Su hija pequeña parece la principal sospechosa, sin embargo, a Celeste no le importa el culpable, al menos no le importa demasiado. Porque su novela no trata de este incencio, lo que le importan son los pequeños fuegos que se extienden a lo largo de la comunidad de Shaker Heights, igual que un cotilleo.
     Shaker Heights es una zona suburbana de Ohio que, no solo existe, sino que además la propia autora fue residente del lugar, así que sabe de lo que habla cuando nos describe un lugar que parece vivir en una burbuja en la que nunca pasa nada y todo es armonía. O al menos esa parece ser la intención del lugar. Y ahí residen los Richardson, la perfecta anodina familia de clase media alta. Y a su casa llegan los Warren, madre e hija, artistas, con una manera muy diferente de entender la vida, dejando al descubierto las diferencias entre ambas partes. Shaker se ve definido como un lugar en calma del que Celeste nos va a mostrar las grietas con pequeñas pistas antes de comenzar la acción de la novela.  La aparición de un bebé en una estación de bomberos, aparece un niño chino abandonado y una familia amiga de los Richardson decide adoptarlo. Estamos en los años noventa, y la perfección, y las adopciones interraciales son algo a pie de calle sobre lo que todo el mundo opina y la autora aprovecha para mostrar un conflicto entre pares dando, además, todos los favores económicos a quien pretende quedarse con el bebé, y la voz de la opinión a quien quiera mostrarla a lo largo de sus páginas.
     Los choques producidos por las interferencias entre ambas familias no tardan en llegar y la familia Richardson verá como las Warren se van haciendo un hueco en su casa, acercándose a sus hijos y particularmente a la más joven de ellos. Quizás por eso la señora Richardson no pueda resistirse a averiguar lo que parece un secreto en la vida de sus inquilinas.
     El último foco del libro es la adolescencia y el carácter rebelde que implica la edad. Este tipo de lugares perfectos, planificados y ordenados, se basan en moldear también a sus residentes. Al igual que los colegios con uniformes se supuso en una época que hacía que los niños fueran más tranquilos y manejables, este tipo de suburbios se concibieron para aislar del bullicio y estrés de las ciudades a sus residentes. Pero si se trata de adolescentes y no hay uno sino varios, se pone más complicado.
     Con todos estos focos y unos cuantos más que no relato, Celeste construye una novela que se lee fácilmente y que da la sensación de conservar un foco de intriga para el lector. Quizás no estemos antes una novela negra, pero despierta el interés, la necesidad de saber, el "una página más" que tanto apreciamos cuando buscamos simple entretenimiento. Pasa con un éxito modesto, pero éxito a fin de cuentas, de su magnífica Todo lo que no te conté, ambientada en los 70, a estos pequeños fuegos de los 90 y mantiene además algunos de sus elementos básicos, como los secretos familiares y las diferencias intersociales o raciales, pero lo que realmente gana fuerza en este libro, es la maternidad. La adopción, la maternidad, el embarazo, el amor... se vuelven algo recurrente en la segunda novela de Celeste Ng. Un libro que he disfrutado en dos tardes y que, de forma intencionada supongo, se antoja visual al lector, como una de esas series que llenan las ofertas de las plataformas de vídeo.
     Me doy cuenta llegado este punto, del número de veces que he nombrado el primer libro de la autora. Y esto es porque el mayor defecto que he encontrado en Pequeños fuegos por todas partes, es que no es Todo lo que no te conté y supongo que cuando uno parte de un listón colocado a cierta altura, espera que lo siguiente sea superior. En este caso no es justo con esta novela, Pequeños fuegos por todas partes es un buen libro con un estilo depurado y que merece ser valorado por sí mismo. Os lo recomiendo.
     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?
     Gracias.

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