Como bien es sabido, recibe la denominación de síndrome de Estocolmo la reacción psicológica por la cual una persona retenida contra su voluntad desarrolla una relación de complicidad y un fuerte vínculo afectivo con quien la ha secuestrado. Si bien la acción de esta cinta que se estrena en España un año tarde se desarrolla en Noruega, bastante cerca de la capital sueca, es el argumento el que enlaza a la perfección con la afección antes descrita; se nos plantea un escenario hostil de la tundra en plena Segunda Guerra Mundial, donde caen derribados dos aviones, uno de cada bando, y tanto tripulantes alemanes como británicos acaban refugiándose en una pequeña cabaña de madera, con las desconfianzas del que duerme con su enemigo al lado. Sin embargo, la reacción mental ante la necesidad de supervivencia hace que aparquen el conflicto por el bien común y entona a la vez el canto antibelicista de fondo del que parte esta historia basada en hechos reales.
La producción noruego-sueca cuenta con la dirección quizá demasiado contemplativa de Petter Naess (autor de Elling, que en 2002 fue un éxito de taquilla en Noruega con más de 800.000 espectadores, y también nominada al Oscar a la mejor película de habla no inglesa), y un reparto sólido que se antoja lo mejor del proyecto, con nombres como los de Rupert Grint, el Ron de Harry Potter, David Kross, Lachlan Nieboer o Stig Henrik Off, especialmente brillante los tres últimos, los oficiales de ambos bandos y un soldado alemán cuya vida es un cúmulo de circunstancias contradictorias.
No se trata de una película de acción, sino más bien de una sosegada historia de personajes bastante desafortunados en la vida (sin ser una comedia, el guión transmite deliberadamente momentos de lo más simpáticos, otra de las fortalezas del producto final) que descubren sin caer en territorio excesivamente edulcorado o panfletario lo absurdo de muchas de las cosas a las que le otorgamos una importancia capital y que se diluyen ante una situación de relevancia real. Todo resulta favorecido por el buen gusto con el que se trata lo que una producción de blockbuster en la Meca del Cine a buen seguro habría empujado hacia derroteros lacrimógenos con posibles ínfulas patrioteras que desvirtuarían el espíritu original de esta recomendable película que, desde sus errores y su modestia, va creciendo y acaba siendo una vía directa a pasar un buen rato acompañando a estos pobres desgraciados en la experiencia humana que acaba siendo la aventura de sus vidas y algo más.
Dirección: Petter Naess. AKA: Into the white. País: Noruega y Suecia. Año: 2012. Duración: 100 min. Género: Drama, bélico. Intérpretes: Rupert Grint (Robert Smith), David Kross (oficial Josef Schwartz), Florian Lukas (teniente Horst Schopis), Lachlan Nieboer (capitán Charles Davenport), Stig Henrik Hoff (Wolfwang Strunk), Kim Haugen (Bjørn), Knut Joner (Harald), Morten Faldaas (Terje). Guión: Ole Meldgaard, Petter Naess y Dave Mango. Producción: Peter Aalbaek Jensen y Valerie Saunders. Música: Nils Petter Molvaerr. Fotografía: Daniel Voldheim. Montaje: Frida Eggum Michaelsen. Dirección artística: Stefan Hauck. Vestuario: Steffi Bruhn.