Perdón por no vivir en internet
Ya me ha pasado unas cuantas veces. Y sé de más personas que han vivido experiencias similares (incluso peores). Alguien te manda un correo. Un mensaje por facebook. Un aviso por el hangout de gmail. Un tuit. Lo que sea. O lo que es peor: uno o varios de cada. Y una hora más tarde (o menos) te acusa de ignorarlo. De no responder. Aunque te haya mandado el aviso a las siete de la tarde. A las ocho. A las diez de la noche. Tu obligación es estar conectada a todas horas por si a alguien se le ocurre contactarte a deshoras.
Rizando el rizo: si esa persona o personas te contactan en horario laboral (por temas relacionados con tu trabajo, se entiende), no se les ocurre que puedas estar reunida, de viaje o metida en un atasco.
Señoras, señores: perdónenme, pero yo no vivo en internet.