Revista Cultura y Ocio
En la selva de Brasil agoniza un anciano enfermo por el que nadie mueve un dedo. En realidad hay mucha gente que tiene ganas de verlo muerto, y algunos hay incluso que parecen dispuestos a acelerar su salida de este mundo por el expeditivo procedimiento de pegarle dos tiros.
El hombre se llama Pere Casaldàliga, y fue obispo de la diócesis de Sao Félix de Araguaia hasta que la Santa Madre Iglesia decidió que el viejo ya le había tocado bastante los bemoles a ella y a sus cómplices brasileños, los terratenientes, madereros, constructores de autopistas, policías corruptos y otros cazadores de indios y fabricantes de cadáveres de pobres al por mayor. Un artículo del 24 de diciembre, jornada en la que se conmemora el día del presunto nacimiento de Jesús de Nazareth, publicado en la edición catalana de EL PAÍS por el teólogo Juan José Tamayo, nos da noticia de que Casaldàliga sigue vivo, y de que a sus ochenta y muchos años y enfermo de Parkinson avanzado como está ha debido huir de su humilde retiro en el Mato Grosso para salvar la vida.
Dice Juan José Tamayo que Casaldàliga es "un ejemplo de globalización alternativa, de la esperanza, desde abajo". Durante décadas este hijo de campesinos catalanes ha luchado por la pura supervivencia de aquellos cuya compañía prefería Jesús antes que la de los ricos. En tiempos de Pablo VI y los inicios de la Teología de la Liberación, Pere Casaldàliga gozó de cierta protección vaticana. Con los sucesores del papa Montini se abrió la veda de curas y religiosos "rojos"; la cacería, bendecida por el Vaticano, no ha cesado desde entonces. A Casaldàliga en concreto le han intentado matar varias veces, perseguido desde siempre según Tamayo por "todos los poderes confabulados, militares, terratenientes y políticos protectores de los latifundistas, incluido el Vaticano".
El caso es que parece que tienen prisa para que este pagés de apellido y perfil aristocrático desaparezca. Al parecer, ni siquiera quieren esperar a que la muerte se lo lleve de modo natural, lo que no debería tardar mucho en suceder. Y así, abandonado por todos, olvidado por todos salvo por sus indios y sus pobres amazónicos, este catalán universal agoniza oculto en el agujero en la selva al que le han trasladado recientemente para evitar que lo rematen. ¿Dónde infiernos está el Gobierno de la Generalitat de Catalunya, que permite que uno de los hijos más preclaros de este país tenga un final tan triste?.
Claro que el actual Gobierno catalán lo forman las mismas gentes con distintos apellidos que a principios de los años ochenta otorgaron la Cruz de Sant Jordi a otro "catalán universal": el general Ramón Camps, jefe de la policía argentina durante la Junta Militar de Videla y descendiente de catalanes (no se molesten en buscar el nombre del carnicero en las listas de poseedores de la distinción, fue cuidadosamente borrado hace años).
Sabiendo esto resulta comprensible el desapego de la Generalitat hacia el cura Casaldàliga ¿verdad?.
En la fotografía que ilustra el post, el obispo Pere Casaldàliga aparece junto a dos indios xavantes, en una imagen tomada en 2007.