De la instalación y la monumentalidad de su obra Xi'an en el Roca Umbert a la intimidad del pequeño formato expuesto en la Galería. En ambos casos destaca la libertad y gestualidad de la pincelada, que se mueve con toda soltura y comodidad sea en un formato u otro. De las dos exposiciones probablemente sea Xi'an, en Roca Umbert la que llama más la atención.
Perico Pastor, Xi'ans, Vista de la exposición. Roca Umbert. 2011. Foto: Camilayelarte
Perico Pastor, Xi'ans, Vista de la exposición. Roca Umbert. 2011. Foto: Camilayelarte
Cien obras realizadas con tinta sobre papel de arroz se erigen tendidas desde el techo como si fueran un ejército formado no por los famosos guerreros a los que hace referencia el título de la obra, sino por tipos corrientes de la vida ordinaria, personajes intemporales que se alzan ante nosotros sin más pretensión que la de mostrar un trozo de vida, de hecho la obra de Perico Pastor habla de esto, de la vida en su esencia, del placer, la música, el sexo, sus personajes gozan disfrutan y lo demuestran.
Perico Pastor, Xi'ans, Vista de la exposición. Roca Umbert. 2011. Foto: Camilayelarte
Perico Pastor, Xi'ans, Vista de la exposición. Roca Umbert. 2011. Foto: Camilayelarte
A pesar del atractivo visual de la instalación, se le puede echar en cara el hecho de no se haya atrevido a ser realmente una instalación, un ambiente. Como público nos tenemos que limitar a ver la obra desde los límites impuestos por el cercado que evita que nos paseemos como otro personaje más entre las obras de papel. El material es delicado, de acuerdo pero puestos a hacerlo bien se debería haber contemplado la posibilidad de que el laberinto de imágenes se convirtiera efectivamente en tal. Una tarima nos permite mirar las obras como si nos encontráramos en una gradería de una plaza de toros, la distancia exigida es tan rígida que la instalación pierde parte de su potencial poética, y muchas de las obras quedan solamente intuidas e incluso en algunos casos imaginadas.