Ayer se celebró en el Centro Cívico Las Columnas, en Triana,
el acto Periodismo y 15M, organizado por la asamblea 15M-Triana-Los Remedios y
la Asociación de la Prensa de Sevilla.
La charla debate, que versó sobre las relaciones del
Movimiento 15M y los medios de comunicación, contó con la participación de Juan José Téllez, columnista y
tertuliano de medios como La Voz de Cádiz, Canal Sur Radio y TelevisiónEspañola, Rocío Muñoz, periodista en
Onda Local de Andalucía y Periodismo Humano, Antonio Morente, subdirector de El Correo de Andalucía y Roberto Lakidain, redactor del centro
territorial andaluz de Televisión Española. Ente los asistentes, además de
integrantes del movimiento 15M de Sevilla, se encontraban algunos periodistas y
estudiantes de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla.
Como en toda relación de amor odio que se precie, durante el
debate no pudieron faltar la retahíla de loas y reproches entre dos cónyuges
que quieren aparentar estar distanciados, cuando en realidad no pueden pasar el
uno sin el otro.
Que el periodismo necesita imperiosamente de movimientos
ciudadanos como el 15M, que además de proporcionarle contenidos lo cuestionan y
lo hacen revisar sus propias dinámicas de producción para que no se olvide
nunca de cuál es su cometido fundamental, es algo que pocos profesionales de
los medios se atreve ya a poner en duda.
Y, a su vez, que movimientos de activismo ciudadano como el
15M tienen una imperiosa necesidad de llegar a las conciencias de cuantos más
ciudadanos mejor es algo tan incuestionable como que la mejor herramienta para
lograrlo son lo grandes medios de comunicación de masas.
Lo que sucede es que el desencuentro se imbrica en la misma
génesis de la manera de actuar de ambos, unos por su ya dilatada manía de adecuarse
a las necesidades de las empresas editoras más que a las informativas de la
ciudadanía y los otros porque lejos de intentar adaptarse a estructuras
informativas y procesos de producción de la información que ya son clásicos,
dificultan y hacen inoperativos los escasos esfuerzos de los primeros por
practicar una cobertura que se adecúe a la realidad.
A ello hay que sumarle que, en la era de Internet y las
telecomunicaciones, el Movimiento 15M no ha sabido rentabilizar las potentes
herramientas de las que dispone para consolidar un canal de información propio
e independiente que le sirviera de puente ante esa ciudadanía que masivamente
se alinea con sus pretensiones.
Juan José Téllez,
más que cuestionar el papel de los medios ante un acontecimiento como el 15M,
lo hizo sobre la incidencia de los mismos en la sociedad contemporánea, donde
lo que denominó como “columnismo
navajero” ha sido capaz de obtener frutos en cuanto a la orientación del
voto en la sociedad española.
Alertó de la caída progresiva de aquellos medios que
proponían una visión diferente de la actualidad que se ha venido produciendo en
los últimos años y afirmó que la caricaturización del 15M por parte de
determinados medios ha sido frívola y descaradamente interesada.
En su opinión, el debilitamiento del movimiento se ha
producido porque los actores tradicionales han recuperado su protagonismo en la
movilización. Así como el mayo del 68 provocó un cambio sustancial en la
comunicación, para Téllez el 15M, a pesar de disponer de un fenomenal sistema
de redes, no ha sabido hacer lo mismo: generar un nuevo periodismo, con una
nueva estética, que diese respuestas a las exigencias informativas de los
medios para multiplicar su voz. Lejos de eso, se ha limitado a producir un
exceso de iconografía ingeniosa y espectacular que ha logrado ocultar el
contenido del movimiento.
La prueba más irrefutable, en su opinión, es que ahora mismo
el 15M no está en los medios, cuando hay muchísimas más razones que nunca para
salir a la calle. “El periodismo no es más que la gestión de la plaza del
pueblo, afirmó, y no se debe confundir nunca la información con la actualidad,
porque la información sólo ofrece una cara de la realidad”. Téllez defendió que el 15M debe aprovechar
los nichos de pluralidad de los medios allí donde estén.
Antonio Morente,
reconoció que al principio los medios no dieron apenas repercusión al 15M
porque “no lo vimos venir”. La falta de un ideario concreto y de líderes los
despistó totalmente. Ante dicho fallo inicial, los medios reaccionaron según su
ideología; unos intentando corregirlo y otros caricaturizando (incluso
criminalizando, diría yo) el movimiento.
La poca homogeneidad, según él, posibilitó que se guiaran de
manera prioritaria por esa iconografía ingeniosa que ha caracterizado al 15M
desde sus inicios. A ello habría que sumarle esa perenne necesidad del titular
que adolecen los medios y que es lo que ha marcado ese cierto distanciamiento.
Morente reconoció que los medios “al 15M nos lo comimos con
papas”, pero le recriminó que, si quieres cambiar las cosas tienes que estar
dentro de los mecanismos para cambiarlas, y el escenario de la comunicación no
es una excepción a esta regla. En su opinión, al 15M le ha faltado crear un
núcleo de opinión que fuese capaz de influir en los partidos políticos y que la
saturación de mensajes dificultaron la información.
Rocío Muñoz
intervino desde su doble condición de periodista y a la vez activista del
movimiento 15M. Comenzó su intervención destacando que Periodismo Humano se
convirtió en el referente periodístico internacional durante el 15M por la
excepcional cobertura que brindaron del acontecimiento sus periodistas.
Afirmó que los medios se vieron obligados a contar lo que
acontecía por encima incluso de su lógica de empresas, pero que la relación
entre ambos no ha sido un fracaso, aunque sí se han cometido errores. El mayor,
el que el movimiento no supo articular y consolidar sus propios canales, que
tenían como objetivo establecer una comunicación directa con la sociedad, sin
intermediarios. Porque la voz del 15M no se va a fraguar nunca a través de un
medio de comunicación convencional.
Muñoz argumentó que la libertad de prensa está sometida en
la mayoría de los casos a la libertad de empresa que, sumado a la falta de
líderes claros, hacían el trabajo del periodista casi imposible. Aún así, el
movimiento no ha sabido llegar lo suficientemente a la ciudadanía.
Para Roberto Lakidain,
el 15M sí está en los medios de comunicación, en este momento como un guerrero
silente, porque su éxito ha sido indudable. Lo que ocurre es que ha
desaprovechado el altavoz de aquellos medios que quisieron estar por su
inoperatividad.
En su opinión, es evidente que los medios fracasaron, pero
existía una intensa campaña en la red que no se supieron aprovechar. Les faltó
actuar con criterios profesionales en la comunicación en las redes sociales y
defendió que el enemigo del 15M no está dentro de los medios, porque “nosotros
estamos deseando contarlo”. “Yo creo en el poder editorializante de quienes
trabajamos en los medios de comunicación”, afirmó.
Puso el ejemplo de los Desayunos de TVE, que quisieron
llevar a integrantes del movimiento al estudio para entrevistarlos y fue
prácticamente imposible. Porque la comunicación del 15M no puede ser ajena a
los intereses de los medios de comunicación. “Los periodistas estamos sometidos
a unos estamentos e intereses concretos, que no son ajenos a nuestro proceder
profesional”, dijo, y aportó el dato de que cada día hay 17,5 millones de
espectadores que ven los informativos y el 15M debe intentar llegar a ellos.
Durante el debate posterior, algunos asistentes se quejaron
sobre la politización de los medios de comunicación. La gente defendía que no
eran ellos quienes tenían que adaptarse a las necesidades mediáticas, porque el
15M “no es un gabinete de prensa”.
“Si un periodista quiere informar sobre una asamblea, sólo
tiene que vestirse de calle y acudir para contarlo”, dijo un asistente. Algunos
defendieron que es necesario abandonar el periodismo de declaraciones y profundizar
más en las historias de la gente. Incluso cuestionaron los criterios por los
que se determina si algo es o no noticia.
El hecho de que todavía los medios confundan Democracia Real
Ya con las asambleas constituyentes o con las asambleas de base es simplemente
falta de interés, argumentaron, y si alguien conoce la existencia de alguna
asamblea a través de la televisión, el 25M lo debería considerar un fracaso,
porque significaría que no ha sido capaz de hacerlo por sí mismo.