Que la prensa deportiva de este país se está yendo al garete a tiempos agigantados no es ningún secreto. Todos aquellos que tenemos cierta edad y comenzamos a seguir la prensa deportiva allá por los años 90 o antes, recordamos con cierta nostalgia una época en la que la información estaba por encima de las personas que informaban. Era gente que aceptaba estar tras la noticia, limitándose a informar al espectador – oyente – lector. Obviamente, tendrían sus opiniones sobre determinados temas, pero salvo excepciones, habitualmente se limitaban a informar. Era una época en la que los medios de información especializados brillaban por su ausencia. Unos pocos periódicos y revistas y un puñado de programas de radio y televisión era el contacto que tenía el aficionado con su deporte favorito. Aunque el fútbol ya era el rey desde hacía tiempo, era una época en la que cualquier deporte podía tener su momento de gloria sin ningún problema. Pero, hay amigos, con el paso del tiempo, todo esto ha cambiado. Por todos los que seguimos el mundo del deporte, y más concretamente el mundo del fútbol sabemos que, con el paso del tiempo, éste prácticamente ha dejado de ser lo de menos y se ha convertido en una simple excusa para convertir los platós de televisión en simples tascas donde los aficionados van a desfogarse tras una derrota.
De todos los programas que uno puede encontrarse en la infinidad de canales de televisión de este país, el que ejemplifica mejor hasta qué niveles han bajado determinados sectores de la prensa deportiva es Punto Pelota, de Intereconomía Televisión, desaparecido hace unas pocas semanas, pero que volverá en breve en otro canal y con un nuevo nombre. Con un tal Tomás Roncero como tertuliano estrella, cada fragmento que puedo ver por internet en la que sale este intento de periodista, siento una mezcla entre asco y vergüenza ajena difícil de llevar, razón por la cual hace tiempo decidí “tomar” pequeñas dosis de este sujeto, en aras de mi salud mental. Recuerdo que, hace ya algún tiempo, en una ocasión intenté, debido a que me quedé despierto hasta tarde, ver en vivo y en directo un trozo razonablemente largo de este, pero no resistí más de minuto y pico. Y es que es tan mal rollo lo que expelen que cualquier persona con un mínimo de sentido del pudor y de sensibilidad encontraría a este programa indigno de un país que se llama a sí mismo civilizado. Pero claro, estamos en un tiempo en el que se sigue la política del todo vale con tal de ganar y fidelizar a la audiencia. Si se ha de gritar, se grita. Si se ha de hacer el payaso, con todos mis respetos a los que ejercen este noble oficio por rebajarles al nivel de estos individuos, pues se hace.
Porque eso es lo que hace Tomás Roncero prácticamente todas las noches: El payaso, pero es que además sería un payaso de los malos, ya que hace llorar a los que le ven, aunque en muchos casos, más que hacer llorar, a muchos le sangran los ojos de verle y los oídos de escucharle. Desgraciadamente, en no pocas ocasiones parece pensar que está en el Fondo Sur en lugar de un plató de televisión, aunque en no pocas ocasiones mucho me temo que es totalmente consciente de que su actitud da audiencia. También son conscientes de ello los directivos de la cadena. De lo contrario no se entiende cómo este programa ha durado tantos años en antena. Algunos me hablarán de libertad de prensa y de expresión, pero todo en este mundo tiene un límite, y en este programa hace mucho tiempo que cruzaron la fina línea que existe entre la libertad de opinión y el insulto, comenzando por la inteligencia del espectador. y finalizando por el medio y el oficio en general.
Pero, pese a todo, la verdad es que, hasta cierto punto, entiendo al personaje. La aparición de tantos medios de comunicación, imagino que se debe hacer difícil el hecho de destacar sobre los demás. Y es que todavía recuerdo aquellos tiempos en los que apenas habían dos cadenas nacionales (las dos de TVE) y las autonómicas. Luego aparecieron las privadas, que tampoco eran demasiadas, para luego dar paso a la TDT, las plataformas digitales e internet. Y es que ¿alguien duda de que todos estos tertulianos estarían comiéndose los mocos si no nos “informaran” como lo hacen? Obviamente, ni siquiera les conoceríamos, aunque peor que ser conocidos, es que hay gente que sueña con ser como ellos y para los cuales, éstos son sus ídolos. Sinceramente, si esta gente son el punto de referencia para los periodistas del futuro, vamos arreglados…