Hace tiempo que denuncio que luchar contra los yihadistas en Oriente Medio y norte de Africa no es suficiente. Se les tiene que plantar cara sobre todo en nuestra propia casa, si es que todavía es nuestra.
Se tendrían que cerrar, o al menos controlar las muchas mezquitas que adoptan posturas islamistas radicales y en la práctica son delegaciones en Europa de la Yihad Islámica. Se tendrían que perseguir y anular los grupos yihadistas que actúan con total libertad, de la misma manera que en ocasiones se hace con grupos nazis, que hoy día son mucho menos peligrosos que los yihadistas. Se debería controlar Internet, y como que disfrutamos de libertad de expresión y no se pueden cerrar contenidos de Internet por razón de opinión, se deberían seguir siempre, y no solo ocasionalmente, los posibles casos de abducción de jóvenes europeos por los yihadistas, para evitar, dentro de lo posible, casos como el de la profundamente idiota joven holandesa que fue rescatada por su madre en Siria. Tal seguimiento no sería extremadamente difícil porque todos los jóvenes que captan los yihadistas tienen características comunes: son mentalmente cortos e ignorantes.
Pero también debería producirse un cambio al que nadie puede ni debe obligar: los periodistas deberían dejar de hacerle el juego al Islam radical excusando o justificando sus barbaridades, describiendo los temas buscando más la espectacularidad o el morbo que la realidad, y algunos deberían dejar de apoyarlo abiertamente.
No voy a extenderme sobre el desastroso favor que nos hacen muchos, demasiados, periodistas, solo voy a poner el ejemplo de un artículo publicado por El Periódico del domingo 23, que explica por sí solo lo que debería evitarse al referirse al yihadismo.
El artículo está firmado por Antonio Baquero, premio Rey de España 2013 y antiguo corresponsal en el Magreb y Oriente Medio. Se anuncia el artículo en la portada del periódico con grandes letras y como noticia más importante de la edición “Un Yihadista Catalán” junto con varios comentarios, y en páginas interiores aparece el artículo con el título “Ahora Soy Un Hombre Libre” escrito en grandes letras, acompañado de un subtítulo de dimensiones más normales que dice “Un musulmán catalán de 22 años relata en Facebook por qué está en la yihad en Siria”. Cualquiera de los muchos que solo leyeron la portada del periódico y el encabezamiento del artículo se quedaron con la imagen de un joven catalán seducido por la bondad de la yihad hasta el extremo de considerarse un hombre libre gracias al Islam. Adjunto foto de la portada
Pero los pocos que leyeron el artículo se encontraron con una historia bien distinta. Resulta que el joven es catalán, pero nacido en Tánger y emigrado de pequeño con su familia a Catalunya, y por lo tanto es más que probable que aparte Internet, su cerebro haya sido lavado en alguna de las varias delegaciones de la Yihad Islámica con apariencia de mezquita que hay en Catalunya. Además se ha liberado porque aquí se sentía muy discriminado y limitado mientras ahora hace lo que quiere. En el texto en Facebook, cargado de profundo odio y rabia, empieza por mandar a Catalunya y a los catalanes a la mierda, afirma que en el origen de su radicalización está la discriminación que, según él, sufren los jóvenes musulmanes residentes en Catalunya. «Estamos hasta las narices de ocultar quienes somos. Ahora soy un hombre libre». Sus palabras rezuman un profundo odio hacia la policía y, en concreto, hacia los mossos, a los que menciona varias veces. «Aquí nadie te para en la calle para pedirte la documentación. Aquí nadie te mira mal por tener barba o ser diferente. Hemos dejado esa vida de esclavos. Ahora solo sigo siendo esclavo de Alá».
Además, explica las bondades de la vida bajo el Estado Islámico: «Aquí no hay mossos, ni juicios ni denuncias. Aquí ya no queda delincuencia y si no queda delincuencia es porque la ley que se practica es la ley de Alá. Esos son los resultados. Aquí nosotros somos los mossos». En eso lleva razón, debe ser fantástico para un yihadista el poder asesinar a sangre fría todos los no musulmanes que quiera sin que nadie le moleste y encima le feliciten. También tiene razón al quejarse del control policial, porque el contraste con su país de origen es notable, allí a los que son como él y a los que son normales no les controlan porque con matar a alguno de vez en cuanto y apalearles con frecuencia, sin que ni tan solo la noticia salga en el periódico, tienen suficiente.
No creo que en Catalunya y en el resto de España y Europa, a los musulmanes se les discrimine y se les trate mal, al contrario, se les trata muy bien, a juzgar por la reacción de muchos de ellos quizás demasiado, y en cualquier caso muchísimo mejor que el trato que los países musulmanes dan a los infieles, lo que ocurre es que esta reacción visceral es la que cualquier musulmán radical tendrá siempre frente a alguien que no crea y actúe como él y en cualquier ambiente en que no sea el Islam quien manda, porque el Corán y textos marginales Sunnahs y Hadiths, dejan bien claro que deben obedecer sus reglas tanto musulmanes como infieles, la reacción frente a cualquier infiel que se atreva a criticar u ofender en cualquier forma o manera al Islam o a los musulmanes debe ser contundente y a poder ser fatal, … y los mossos, unos infieles uniformados, pidiéndole la documentación a este angelito. El artículo acaba explicando el caso de otros dos yihadistas catalanes de origen marroquí que también usan las redes sociales para soltar salvajadas parecidas.
Otro buen ejemplo de desastrosa actuación periodística en relación con el Islam radical son las entrevistas que denuncié en mis notas del 23 de Septiembre y 30 de Octubre del diario Ara y de TV3 a Dolors Bramón que desde su puesto de profesora de lenguas semíticas en la Universidad de Barcelona se dedica a difundir una versión del Islam que lo convierte en la ideología más benéfica y pacífica del mundo que trata a las mujeres con sumo respeto y benevolencia, a pesar de la inmensa contradicción entre lo que afirma y la dura realidad. Cuando un periodista hace una entrevista a una persona que tiene un discurso falso y contradictorio con la realidad como el de la Sra. Bramón, anticipadamente debería informarse al máximo sobre el tema y presionar al entrevistado enfrentándolo a la realidad, si no quiere transformar su entrevista en una aburrida letanía buenista llena de falsedades, como lo fueron las entrevistas que le hicieron a la señora enamorada de Mahoma.