Revista Viajes
PERIPLO POR EUROPA 2016.- V.- Recorriendo Silvretta hasta Bielerhöhe, frente al pico Piz Buin
Por Salpebu
Después de la experiencia del día anterior, en el que el esfuerzo pudo resultar excesivo a los menos jóvenes (especialmente al “escribidor”), decidimos que la siguiente jornada sería por separado, y que los jóvenes acometerían sus proyectos con independencia, lo que así hicieron, marchándose a subir montaña desde Pians, hasta los picachos más cercanos, aunque llegando a alturas superiores a los 2.000 metros.
Por parte de los más “veteranos” se decidió utilizar los sugerentes servicios de la Silvretta Card, esa tarjeta que brindaba gratuidades a los alojados en la zona, y tomamos en Pians el autobús de la empresa de Paznaun, que salía de Landeck y llegaba por la bonita carretera denominada Hochalpenstrasse hasta
el límite de Bielerhöhe, el lago artificial -–de empresa eléctrica— que enfrentaba a una magnificente cadena de cumbres superiores a los 3.000 metros. A la entrada del autobús (confortable) se exhibía al conductor la tarjeta Silvretta y eso era todo. El autobús iba deteniéndose en las distintas paradas marcadas en la carretera, y en casi todas ellas iban subiendo gentes con atuendos deportivos (muchos de ellos con bastones para caminar por la montaña), que a su vez iban bajando en diferentes puntos, como los telecabinas o telesillas que había en cada uno de los pueblos del valle, See, Kappl, Ischgl y Galtür, y el autobús después proseguía hasta las cercanías del lago, donde finalizaba el trayecto.
A la belleza del paisaje se unía la curiosidad de comprobar cómo iba desapareciendo la vegetación según se alcanzaba altura, y a partir del punto de control para acceso a la carretera Hochalpenstrasse, los bosques iban evolucionando hasta vegetación más primaria, que llegaba a desaparecer. La vista del lago era preciosa, con su azul plateado reflejando las montañas, y ofreciendo además unos caminos sobre la presa y alrededor del agua, en una ruta circular de unos 7 kms, frecuentada por mucha gente, incluso algunas personas de avanzada edad, que, cada cual a su ritmo, especialmente si se llevaba niños en carrito o cochecito infantil, iba gozando de buen sol y del aire casi puro, La base del lago estaba situada por encima de los 2.000 metros, y en ella había un adecuado servicio de cafetería/restaurante, que ofrecía buenos platos típicos y bebidas a precios razonables, con una terraza frente al lago, desde la que era un privilegio visionar el panorama. Frente a nosotros, el pico Piz Buin, ya en la inmediata Suiza, destacaba con sus 3.312 metros de altura, como aguja que quisiera enlazar las maravillosas tierras de abajo con el nítido y brillante azul del cielo. Imágenes que iban a quedar grabadas en nuestra memoria, como de las más bellas de nuestros múltiples viajes, y que llevaban a la determinación de regresar en algún tiempo venidero a tan bello lugar. A una hora razonable de la tarde reemprendimos el regreso en el mismo confortable autobús de la venida, recreándonos de nuevo con las bellas vistas alrededor del río Saanna, y comprobando la utilidad y
bondad del servicio que brindaba la tarjeta Silvretta Card, ya que las gentes iban subiendo y bajando en las diversas paradas y poblaciones, hasta el punto de que el vehículo llegó a estar rebosante, con bastantes viajeros de pie. A la llegada a Pians caminamos los 800 y pico metros que separaban el centro de la población de nuestra casa, la de la entrañable María Kaufmann, y después de la ducha reparadora preparamos una cena temprana, y adecuada al ambiente, con salchichas tirolesas y fiambres, regado ello con buena cerveza austríaca; lo que fue digno remate a una jornada, una más, de espléndido goce en el Tirol.El aire puro y el murmullo algo ruidoso del río junto a nuestro alojamiento marcaron los momentos previos a un descanso que acogimos con agrado, llegando a la cama a temprana hora, para descansar el cuerpo, y especialmente para solazar el espíritu con los recuerdos de tan bonitas imágenes como las que habían inundado nuestras retinas. SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA
Por parte de los más “veteranos” se decidió utilizar los sugerentes servicios de la Silvretta Card, esa tarjeta que brindaba gratuidades a los alojados en la zona, y tomamos en Pians el autobús de la empresa de Paznaun, que salía de Landeck y llegaba por la bonita carretera denominada Hochalpenstrasse hasta
el límite de Bielerhöhe, el lago artificial -–de empresa eléctrica— que enfrentaba a una magnificente cadena de cumbres superiores a los 3.000 metros. A la entrada del autobús (confortable) se exhibía al conductor la tarjeta Silvretta y eso era todo. El autobús iba deteniéndose en las distintas paradas marcadas en la carretera, y en casi todas ellas iban subiendo gentes con atuendos deportivos (muchos de ellos con bastones para caminar por la montaña), que a su vez iban bajando en diferentes puntos, como los telecabinas o telesillas que había en cada uno de los pueblos del valle, See, Kappl, Ischgl y Galtür, y el autobús después proseguía hasta las cercanías del lago, donde finalizaba el trayecto.
A la belleza del paisaje se unía la curiosidad de comprobar cómo iba desapareciendo la vegetación según se alcanzaba altura, y a partir del punto de control para acceso a la carretera Hochalpenstrasse, los bosques iban evolucionando hasta vegetación más primaria, que llegaba a desaparecer. La vista del lago era preciosa, con su azul plateado reflejando las montañas, y ofreciendo además unos caminos sobre la presa y alrededor del agua, en una ruta circular de unos 7 kms, frecuentada por mucha gente, incluso algunas personas de avanzada edad, que, cada cual a su ritmo, especialmente si se llevaba niños en carrito o cochecito infantil, iba gozando de buen sol y del aire casi puro, La base del lago estaba situada por encima de los 2.000 metros, y en ella había un adecuado servicio de cafetería/restaurante, que ofrecía buenos platos típicos y bebidas a precios razonables, con una terraza frente al lago, desde la que era un privilegio visionar el panorama. Frente a nosotros, el pico Piz Buin, ya en la inmediata Suiza, destacaba con sus 3.312 metros de altura, como aguja que quisiera enlazar las maravillosas tierras de abajo con el nítido y brillante azul del cielo. Imágenes que iban a quedar grabadas en nuestra memoria, como de las más bellas de nuestros múltiples viajes, y que llevaban a la determinación de regresar en algún tiempo venidero a tan bello lugar. A una hora razonable de la tarde reemprendimos el regreso en el mismo confortable autobús de la venida, recreándonos de nuevo con las bellas vistas alrededor del río Saanna, y comprobando la utilidad y
bondad del servicio que brindaba la tarjeta Silvretta Card, ya que las gentes iban subiendo y bajando en las diversas paradas y poblaciones, hasta el punto de que el vehículo llegó a estar rebosante, con bastantes viajeros de pie. A la llegada a Pians caminamos los 800 y pico metros que separaban el centro de la población de nuestra casa, la de la entrañable María Kaufmann, y después de la ducha reparadora preparamos una cena temprana, y adecuada al ambiente, con salchichas tirolesas y fiambres, regado ello con buena cerveza austríaca; lo que fue digno remate a una jornada, una más, de espléndido goce en el Tirol.El aire puro y el murmullo algo ruidoso del río junto a nuestro alojamiento marcaron los momentos previos a un descanso que acogimos con agrado, llegando a la cama a temprana hora, para descansar el cuerpo, y especialmente para solazar el espíritu con los recuerdos de tan bonitas imágenes como las que habían inundado nuestras retinas. SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA
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