Quizás hayas oído este concepto y te gustaría saber más de él. La permacultura se concibe como un sistema de diseño para la creación de espacios medioambientales humanos sostenibles. La palabra en si misma es una contracción, no sólo de agricultura permanente, sino también de cultura permanente, ya que es poco probable que una cultura sobreviva mucho tiempo sin el soporte de agricultura ecointeligente y una ética adecuada para el uso de la tierra.
En una primera aproximación, la permacultura trata con plantas, animales, construcciones e infraestructuras (agua, energía, comunicaciones …). Sin embargo, la permacultura no trata sobre estos elementos en si mismos, sino que se ocupa de las relaciones que se pueden generar entre ellos por la forma en que los ubicamos en el sistema.
El foco consiste en crear sistemas que son ecológicamente correspondientes y económicamente viables, que provean para sus propias necesidades, no exploten recursos o contaminen, y que sean sostenibles.
La permacultura utiliza las cualidades inherentes de las plantas y de los animales combinadas con las características naturales del paisaje y las estructuras, para producir un sistema que soporte la vida tanto en la ciudad como en el campo, utilizando la menor área útil posible.
Esta disciplina está basada en la observación de los sistemas naturales, la sabiduría contenida en los sistemas tradicionales de las granjas, el conocimiento científico y la tecnología disponible. Basado en modelos ecológicos, la permacultura crea una ecología cultivada, diseñada para producir más alimento para humanos y animales de lo que generalmente se encuentra en la Naturaleza.
En su día os presentamos a Masanobu Fukuoka, precursor de la agricultura sin intervención. En su libro La revolución de la brizna de paja, reflejó la filosofía básica de la permacultura, proponiendo trabajar con la Naturaleza, en lugar de luchar contra ella. Es una filosofía de observación detallada y meditativa, de observación de plantas y animales en todas sus funciones, más que el tratamiento de elementos como si fuera un producto particular del sistema. En esta línea de pensamiento, el Hombre no es superior a otras formas de vida, todo ser vivo son expresiones de la Vida en si mima.
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La armonía con la Naturaleza solo es posible abandonando la idea de superioridad sobre el mundo natural
En otro orden de cosas, en la agricultura permanente o en la cultura humana sostenible, la energía necesaria para el sistema es provista por el mismo sistema. Sin embargo, los cultivos de la agricultura convencional dependen totalmente de fuentes de energía externas. El cambio a sistemas de producción permanente a los de agricultura convencional significa un movimiento desde una sociedad de bajo consumo energético a uno de alto consumo, y al uso de la tierra de manera destructiva.
La agricultura convencional no reconoce ni paga lo que se conoce como externalidades, sus verdaderos costes: empleo de recursos no renovables, contaminación química, degradación de los suelos, desplifarro de recursos como el agua …
Cuando las necesidades de un sistema no son suplidas por el mismo sistema, somos nosotros lo que terminamos pagando el precio oculto. Y esto está destruyendo nuestro mundo y a nosotros mismos.
Observa a tu alrededor: personas, sol viento, agua, construcciones, animales, plantas … La cooperación con todos estos elementos trae armonía, la oposición entre ellos trae desastre y caos.
Os dejamos con este vídeo del Escarabajo Verde:
¿Te unes al movimiento inspirado por la permacultura?
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