Revista Psicología

Permiso para estar triste

Por Salutis @MariaSalutis
Permiso para estar triste

La tristeza sostenida, la incapacidad para hacer planes, tener ilusiones y el quererse más bien poco, la irritabilidad y/o agresividad etc. pueden derivar en un desequilibrio emocional que puede desencadenar síntomas de depresión.

Algo muy importante para no quedarse atrapado en este círculo vicioso es, en primer lugar, tomar conciencia de nuestro estado sin buscar una justificación o etiquetarnos: “tengo depresión”, “tengo estrés”, etc Cuando estamos pasando por episodios profundos de tristeza tendemos a pensar que hay “algo roto” que necesita ser “repararado” en nosotros, más que admitir esos síntomas como información valiosa que puede advertirnos de la necesidad de hacer algún cambio o darnos tiempo para recuperarnos de un episodio doloroso.

Personalmente, cuando me siento presa del desánimo me gusta dar un largo paseo en soledad y dejar fluir mis sentimientos, sin culpabilizarme por ellos, liberarme de mi tristeza sin intentar comprenderla. En este proceso, es cuando pueden comenzar a fluir pensamientos de compasión hacia uno mismo y hacia los demás y cuando puedes adivinar otros caminos para recuperar la ilusión.

Nuestros hábitos también contribuyen a reforzar nuestro estado físico importante para poder atravesar esos períodos con suficiente energía.

Cuida tu alimentación. La comida tiene un gran impacto en tu ánimo y tu capacidad para superar estados de debilidad mental. Evita consumir mucho azúcar o harinas para normalizar tus niveles de insulina y leptina, niveles implicados en la mejora de los estados de depresión.

Ayuda a tu cerebro. Favorece el funcionamiento de la química cerebralaportando la cantidad necesaria de ácidos grasos esenciales a través de la alimentación o complementando tu dieta con omega-3.

Cambia tu estilo de vida. Ahora que llega el buen tiempo puedes hacer ejercicio al aire libre y tener unos niveles adecuados de vitamina D, sintetizada a través del sol. Se ha visto que la gente con niveles bajos de vitamina D está más predispuesta a sufrir una depresión que los que tienen niveles normales.

En muchas ocasiones puede ser necesario cubrir otras necesidades emocionales más graves acudiendo a terapia o buscando ayuda profesional que sepa darnos más recursos, pero, recuerda: el primer cambio para la superación debe comenzar en uno mismo.


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