Un verano más España sufre los efectos de una ola de calor. Fuera, en la calle, hay 42Cº. Me acerco a la cocina con la intención de tomar algo para refrescarme. Abro la nevera, estiro el brazo para coger una cerveza fresca y veo una fina capa de escarcha al fondo. Reviso el congelador, una gruesa capa de hielo confirma mis sospechas. Es evidente que el mecanismo anti escarcha (o “no frost”) no funciona.
Reviso el resto del aparato y encuentro signos evidentes de deterioro. Las gomas de las puertas se están cuarteando, los cajones de la fruta están rajados, etc. No me sorprende, la nevera tiene más de 12 años. Cuando la compramos no andábamos sobrados de dinero, así que elegimos una barata, de clase energética “C” (¿o era “D”?).
Medito sobre repararla. El fabricante, “Edesa”, una segunda marca de “Fagor”, quebró hace dos o tres años. Conseguir repuestos va a ser difícil. Al final me rindo a la evidencia, y decido que lo mejor es cambiarla de la forma más rápida e indolora.
Empiezo a mirar neveras. Lo primero que veo es el precio, todos los anuncios lo destacan en números bien grandes. Pronto, algunos comerciales me recuerdan lo que pasé por alto al comprar el frigorífico viejo. Estos aparatos están encendidos todo el día, todos los días del año. Los frigoríficos consumen electricidad, mucha, y cada día está más cara. Debo tener en cuenta el consumo energético del aparato.
La conclusión inevitable es que, para elegir bien, debo considerar el coste de la electricidad que va a consumir la nevera además del precio de compra. Es decir, debo tener en cuenta el coste de usar y mantener el frigorífico además del coste de compra. Y esto es, a grosso modo, el coste total de propiedad.
El coste total de propiedad.
Estrictamente, el coste total de propiedad es la suma de tres costes a lo largo de la vida útil de un aparato:
Coste total de propiedad = coste de compra + coste de mantenimiento + coste de uso
En el caso de un refrigerador esos costes son:
El coste de compra: El precio de venta que destacan todos los anuncios.
El coste de mantenimiento: Una estimación de cuánto nos va a costar reparar las averías que sufrirá la nevera a lo largo de su vida útil. Cómo no tengo una forma fiable de estimarlo, mi estrategia es centrarme en marcas de prestigio. Supongo que así, escoja la opción que escoja, tendrán pocas averías y el coste de mantenimiento va a ser aproximadamente el mismo. Es decir, que voy a ignorar el coste de mantenimiento.
El coste de uso: En el caso de un refrigerador es el coste de la electricidad que consume durante su vida útil. Por fortuna, recopilé los datos de mis facturas electricas de los últimos dos años en una hoja de cálculo. Asi que sé que estoy pagando el Kw/h a 0,14€. Supongo una vida útil de 10 años. El último dato que me falta, el consumo anual estimado de electricidad, viene indicado en la etiqueta energética del frigorífico. Si quiero calcular cuantos Kw consume un modelo de nevera concreto durante su vida útil, sólo tengo que multiplicarlo por 10.
Así las fórmulas quedan:
Coste total de propiedad del frigorífico= coste de compra + coste de uso
Donde el coste de uso es:
Coste de uso = Kw consumidos /año * 10 años * precio del KW
Con esta fórmula en mente, empiezo a mirar en una tienda de internet y encuentro un frigorífico Bosh cuyo precio es de 610Euros, clasificación energética A+ (332Kw/año). Lo referenciaré como Bosch A+. Haciendo números sale:
Coste de uso = 332 Kw/año *10 años * 0.14 Eur/kw = 464,8 euros
Coste total Bosh A+ = 610 Euros + 464,8 Euros = 1074,8 Euros
¡Madre mía! ¡El gasto en luz es casi igual al precio del aparato! Va a ser verdad que la clasificación energética importa. Sigo buscando y encuentro otro frigorífico Bosch (KNG39XI42), este es A+++ (consume 179KW/año) y cuesta 756 Euros. El precio de partida es más alto pero, ¿lo compensará con el ahorro de luz? Veamos los números:
Coste de uso = 179 Kw/año *10 años * 0.14 Eur/kw = 250,6 euros
Coste total Bosh A+++= 756 Euros + 250,6 Euros= 1006,6 Euros
Esto significa que, a la larga, el frigorífico que en principio parecía más caro (756 Euros vs 610 euros de precio de venta) nos sale 68,2 Euros más barato (restando los costes totales, 1074,8 – 1006,6 = 68,2).
Continuo mi búsqueda, con el convencimiento de que el coste total de propiedad es la herramienta para decidir que aparato es el que más me conviene. Después de un par de horas tengo la siguiente tabla comparativa:
Coste total de propiedad del frigoríficoRevisando estos números veo que el LG GBB53OPZCFS es el que más me conviene. Lo pido en la tienda y, a los pocos días lo tengo en casa.
Conclusiones
Es importante advertir que la fórmula del coste total de propiedad se debe adaptar a cada situación. Por ejemplo, si la nevera fuese para un apartamento de vacaciones estaría la mayor parte del año apagada. Eso cambiaría completamente el coste de uso, lo que a su vez cambiaría el coste total de propiedad. Así lo primero es siempre pensar bien como vamos a usar el aparto y adaptar la fórmula del coste total de propiedad en consecuencia.
Después de completar este ejercicio estoy seguro de que el coste total de propiedad es lo que debe guiarme a la hora de decidir que aparato comprar. Si me dejo seducir por un precio de compra más barato puede que, a la larga, gaste más dinero.
Y es que, no en vano se dice que “el dinero del avaro va dos veces al mercado”.