Revista Homo

Perpetuarse en la miseria

Por Carmentxu

Jorge Fernández Díaz, ministro de Interior, acaba de lanzar un órdago a la Iglesia, uno de los pilares en los que asienta sus convicciones más íntimas y con los que ejerce día a día sus misterios y ministerios. Decía ayer el titular de Interior que el matrimonio gay no debería gozar de la misma protección por parte de los poderes públicos que el matrimonio natural (sic) ya que no garantiza “la pervivencia de la especie”. Y lo dijo, precisamente, en un coloquio sobre Religión y Espacio Público, frente a curas, entre otros, que son los que nada hacen, cuando no obstaculizar, la pervivencia de la especie enviando directamente al infierno a aquellos que utilizan preservativos o a los partidarios del aborto en caso de malformación del feto. ¿Qué supervivencia de la especie pretende garantizar el ministro de Interior? Sin duda, no la del planeta.

castidad-IglesiaLo que no garantiza la especie de ninguna de las maneras es alcanzar los cinco millones de parados (seis millones, según la EPA) como ha ocurrido en febrero, ni los minijobs que condenan a la miseria eterna ni los minipisos diseñados cual caja de zapatos en Pladur, con los que es impensable plantearse tener un hijo siquiera y perpetuar tanto la especie como ansía Fernández Díaz, pensar entonces en comprar un coche más grande (mucho más grande como si la cría hubiera sido de elefante), arreglar la habitación del niño o niña, comprar, consumir… que, en el fondo, es la base sobre lo que se asienta todo este tinglado. Sin ese consumo, cerrarán nuevas empresas cuyos trabajadores,  a su vez, también se replantearán si vale la pena perpetuar la especie en estas condiciones. Y viendo a los bien posicionados, a los que conocen la miseria de verla en televisión, yo también me pregunto si esta es la especie por la que vale la pena luchar para que se perpetúe, como lo ha hecho hasta ahora, por los siglos de los siglos amén.


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