La homogeneización de las personas provocada por los años de comodidad laboral han creado un entorno social y profesional donde parece que la igualdad de cualidades, principios y valores favorece nuestra identificación.
Sin embargo el tránsito hacia la competitividad ha obligado a la búsqueda de recursos y herramientas que favorezcan la identidad propia por encima de la igualdad.
Si no somos iguales ¿porqué nos empeñamos en parecerlo?
Ciertamente mucho hemos de aprender las personas de aquellas parcelas del marketing cuya finalidad es la de posicionar y diferenciar marcas, a menudo sobre productos iguales o muy similares, y generar valor frente a su público potencial.
Persona y marketing pues se necesitan y, en forma ordenada y humana, se relacionan para llevar a cabo estrategias de posicionamiento personal y de identificación de perfiles de valor frente al entorno social.
La Marca Personal, es entonces, de forma evidente, un activo necesario e intangible que responde a la suma de identidad, propuesta de valor y diferencia, que recurre al marketing personal, el branding personal, como estrategia de posicionamiento y comunicación al entorno, y cuyo objetivo es la selección última de una persona frente a otras opciones.
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