Revista Libros
Fernando Pessoa.Diarios completos.Selección, traducción y prólogo de Gonzalo Torné.Hermida Editores. Madrid, 2017.
“Una biografía in maschera” titula Gonzalo Torné el prólogo de la selección de textos autobiograficos que ha traducido para su edición de los Diarios completos de Fernando Pessoa en Hermida Editores.
Se reúne en este volumen una amplia selección de textos organizados en cuatro apartados: en primer lugar, los escritos explícitamente autobiográficos, desde una nota biográfica hasta un esbozo de poética pasando por un plan de vida y unas notas de lector en la que confiesa: He abandonado el hábito de leer, me he desentendido casi por completo de cualquier libro con ambición literaria, apenas soy capaz de leer por placer o para aprender algo. Hay en esa primera parte un Cuadro bibliográfico de Fernando Pessoa que redactó él mismo y que se cierra con este párrafo que es toda una declaración de intenciones:
Fernando Pessoa no tiene intención de publicar más, por lo menos en un periodo de tiempo prolongado, ni libros ni artículos. En la medida en que carece de público, se considera liberado de gastar su energía en un fin sin propósito y de invertir un dinero del que carece.
Y en las Notas que cierran esa primera sección escribía: Jugar con las ideas y con los sentimientos me parece la belleza suprema.
En los discontinuos diarios personales que Pessoa mantuvo desde 1906 -año en que repite insistentemente no hice nada de provecho- hasta 1935, la memoria y la conciencia, la vida y el tiempo, la infelicidad y los proyectos fallidos, la incomprensión, las dudas, el trabajo en una oficina de la Baixa y el cansancio de sí mismo son una constante temática y sentimental.
El 13 de junio de 1916 anotaba en su diario: He alcanzado mi vigésimo octavo cumpleaños sin haber logrado nada en la vida: nada en la vida, nada en la literatura, nada en lo personal. Desde mi nacimiento hasta hoy he saboreado el fracaso hasta las heces.
Esa materia en la que se mezclan la identidad problemática, la desesperación y la infelicidad es la que servirá de soporte a sus heterónimos. En 1914, un año crucial para la construcción de esas máscaras, Pessoa anota en su diario esta frase definitiva: Ni sé quién soy ni cómo es mi alma. Hablo con sinceridad y reconozco con sinceridad que no sé de qué hablo cuando hablo de mí. /.../ Me siento múltiple.
A esas alturas Pessoa había encontrado ya el tono para componer el Libro del desasosiego de Bernardo Soares. Los textos más claramente autobiográficos de ese heterónimo en prosa que apareció por primera vez en una revista de 1913 son los que integran la tercera parte del volumen. Soy yo, menos el raciocinio y la afectividad, escribía Pessoa de Bernardo Soares en una carta de 1935.
Desde la oficina de Vasques y Cía, en la Rua dos Douradores, hasta el mar, cercano al Terreiro do Paço donde pasa tardes enteras a la orilla del Tajo, Soares vaga por las calles de la Baixa, por las plazuelas solitarias bajo la niebla o la lluvia en un ejercicio contemplativo de renuncia y distancia frente a la vida trivial simbolizada por el patrón Vasques. Es el Pessoa indiferente y desalentado que mira con los ojos de Bernardo Soares el vacío inmenso de las cosas, el enorme olvido que domina tanto el cielo como la tierra.
Cierra la selección un cuarto apartado con los textos más significativos de los tres poetas heterónimos fundamentales, Caeiro, Reis y Campos, en los que desde 1914 proyecta el drama em gente que vertebra su obra: varios poemas de El guardador de rebaños del bucólico Alberto Caeiro -mi tristeza es mi sosiego-, algunas de las Odas del estoico Ricardo Reis (Para ser grande, sé entero) y las composiciones más representativas del nihilista complejo y vanguardista Álvaro Campos, entre ellas Lisbon revisited y Tabaquería (No soy nada. / Nunca seré nada.)
Están en este libro muchas de las claves de la proyección de Pessoa en esas máscaras literarias. Por ejemplo esta nota: ¿Tengo que sufrir para siempre este infierno de ser Yo? /.../ Tengo que vivir todo el tiempo en el deseo inerte de ser yo /.../ Estoy vacío de contenido.Santos Domínguez