Las bandas sonoras de Philip Glass se encuentran entre lo más asequible de su producción, no tanto por una cuestión intencional por parte del propio músico sino por el hecho de que cuando aceptó hacer las primeras, ya había dejado atrás su etapa puramente minimalista. Pese a ello, rara vez se citan estos trabajos para la gran pantalla entre lo mejor de la obra del compositor norteamericano con ligeras excepciones (quizá “Koyaanisqatsi” sea la más notable de ellas).
En cualquier caso, la música para cine de Philip Glass cumple una labor fundamentalmente alimenticia aunque de cuando en cuando ha firmado trabajos notables que han tenido la suerte de acompañar a películas más o menos populares. El músico ha terminado por desarrollar un método de composición para cine muy personal que no siempre es aceptado por los directores, especialmente por los de mayor prestigio lo que quizá haya influido en el hecho de que haya trabajado con muy pocos de los más grandes. Uno de ellos fue Martin Scorsese para quien Glass hizo la música de “Kundun”, a la postre, una de sus bandas sonoras más reconocidas. El director de “Taxi Driver” aceptó, pese a las reticencias iniciales, la forma de trabajar de Glass que consistía en ir componiendo la música a partir del guión, sin contar con las imágenes y entregarla poco a poco al director mientras éste aún está rodando. Tras “Kundun”, comenzaron a llegar encargos de mayor proyección comercial como el que le hizo el productor Scott Rudin para “The Hours”, la película de Stephen Daldry basada en el libro de Michael Cunningham que ganó el premio Pulitzer de novela en 1999.
Glass sabía que el encargo había sido hecho a otros dos compositores antes que a él (se dijo que uno de ellos fue Michael Nyman) aunque ni supo ni quiso saber sus nombres. También le ofrecieron la posibilidad de escuchar la música que éstos habían entregado pero rechazó la propuesta para enfrentarse a la historia sin influencias de ningún tipo. En palabras del propio compositor, la película tenía un problema importante: narra tres historias paralelas de tres mujeres que viven en épocas y lugares diferentes. La cohesión narrativa se resentía por ello y Glass pensó que la música tenía que cumplir ese papel: literalmente, convertirse en la sutura que mantuviera unidas las tres historias. Aunque Rudin aceptó la forma de trabajar del compositor, lo cierto es que fue muy intervencionista durante toda la creación de la obra, pese a lo cual, Glass afirma que todas las propuestas fueron para bien y terminaron por mejorar el resultado final.
Se da la circunstancia de que Michael Cunningham, autor de la novela en la que se basa la película, es un gran seguidor de Philip Glass desde que en su época como estudiante adquirió la primera grabación de “Einstein on the Beach” que sonaba continuamente en su habitación. Cunningham afirma que si se dedicó a escribir fue porque no tenía talento para la música, su verdadera pasión. De hecho, cada una de sus novelas contó con una banda sonora particular mientras era creada. “A Home at the End of the World” fue escrita mientras sonaba “Big Science” de Laurie Anderson junto con canciones de Joni Mitchell o el “Requiem” de Mozart. “Flesh and Blood” tuvo como fondo musical a Verdi, Neil Young, the Smiths o Jeff Buckley. La creación de “The Hours” estuvo acompañada del cuarteto No.14 de Franz Schubert, “Music for Airports” de Brian Eno, “So” de Peter Gabriel y “OK Computer” de Radiohead.
La banda sonora fue interpretada por una pequeña orquesta de cuerda formada por los miembros del Lyric Quartet (Rolf Wilson y Edmund Coxon, violines, Nicholas Barr, viola y David Daniels, cello) reforzados por el contrabajo de Chris Lawrence. Además intervienen un arpista y un percusionista (no acreditados en el disco). El piano en la grabación lo interpreta Michael Riesman aunque en la versión que se escucha en la película era David Arch quien lo hacía.
Michael Cunningham, autor de la novela en la que se basa la película.
“The Poet Acts” - El primer tema del disco define la atmósfera que rodeará a todo el trabajo. Las cuerdas ejecutan una base preciosa sobre la que el violonchelo dibuja una melodía sencilla pero de gran emotividad. Por momentos la pieza recuerda el desarrollo del segundo movimiento del “Concierto para violín No.1” del propio autor aunque la duración sea mucho más reducida. Estamos ante un Glass casi romántico que consigue dar con la tecla exacta que necesitaba la película.
“Morning Passages” - La pieza comienza con un tema de piano muy característico al que luego se incorporan las cuerdas. Es una fórmula que ya funcionó muy bien en bandas sonoras anteriores como la de “The Truman Show” aunque aquí tiene mucho más espacio para desarrollarse de forma conveniente. Habrá muchas piezas en la banda sonora que funcionen como esta, con la forma de un breve concierto para piano en el que se llegan a distinguir varios pequeños movimientos a pesar de que el tema completo no llega a los seis minutos de duración. Los arpegios de la parte final, marca de la casa, han sido imitados por otros músicos hasta la saciedad.
“Something She Has to Do” - Un tono más pesimista domina la siguiente pieza durante los primeros compases, cercanos en estilo a los cuartetos de cuerda más modernos del músico. La entrada del piano refuerza esa idea en un principio aunque pronto asistimos a un giro luminoso muy propio del primer Glass orquestal, el que escuchamos en obras como “Itaipu”.
“For Your Own Benefit” - Llegan ahora los dos cortes más breves del disco que no superan en ningún caso los dos minutos. El primero es una transición orquestal muy suave en su primera parte pero que gana en tensión en su tramo final.
“Vanessa and the Changelings” - El segundo tiene una mayor carga dramática así como un ritmo y una cadencia no tan propios del Glass al que estamos acostumbrados aunque, por así decirlo, suena mucho más cinematográfico.
“I'm Going to Make a Cake” - No toda la música de le película fue compuesta específicamente para la misma sino que hay algunas piezas que proceden de obras anteriores del músico como es el caso de ésta, adaptada de una de las partes más brillantes de la ópera “Satyagraha”, perteneciente a su segundo acto. El segmento final del tema sí que es una composición hecha ex profeso para la película y contrasta fuertemente con el principio.
“An Unwelcome Friend” - El piano vuelve a convertirse en el protagonista aquí tras una breve introducción por parte de las cuerdas. El esquema es similar al de “Morning Passages” pero, en su conjunto, la pieza nos parece mucho menos brillante.
“Dead Things” - Continuamos con el tono más bajo de la banda sonora que se corresponde con música que en la película acompaña a las escenas de Nicole Kidman interpretando a Virginia Woolf en los días previos a su suicidio. Teniendo eso en cuenta, el sereno dramatismo de la música es de lo más adecuado.
“The Kiss” - Uno de los fragmentos más repetitivos de toda la banda sonora. Las cuerdas y el piano se limitan a repetir patrones breves hasta el tramo final en el que se advierte alguna breve variación.
“Why Does Someone Have to Die?” - Glass recupera el tema inicial del disco aunque con un tono más oscuro y apesadumbrado. Las notas del piano pesan como el plomo y las cuerdas, que forman una especie de remanso, no consiguen sostenerla. En la película, la música acompaña un diálogo en el que Virginia Woolf explica por qué debe morir determinado personaje de una de sus novelas pero perfectamente podría haber ilustrado la imagen de su suicidio en las aguas del río Ouse, quizá con mayor fuerza que la de “The Poet Acts” que fue el tema escogido para esa función. Es la misma melodía pero ejecutada de un modo muy distinto.
“Tearing Herself Away” - Aunque no llega a sonar en la película, Glass incluye entre la selección de temas del disco esta adaptación de “Islands” del disco “Glassworks”. No hay demasiada diferencia con el original y el hecho de que no pertenezca realmente al film hace que no merezca la pena extenderse en el comentario.
“Escape!” - La última adaptación de una pieza previa es esta revisión con arreglos orquestales de “Metamorphosis II”, originalmente para piano solo. Tampoco es una versión que aporte demasiado al conjunto final.
“Choosing Life” - En el tramo final del disco volvemos a escuchar el tema de “Something She Has to Do”, esta vez, en una versión completamente orquestal en su primera parte y con una partitura para piano muy distinta a la que acompañaba al tema citado en la segunda mitad. Es una variación muy interesante que le sienta muy bien a la melodía central.
“The Hours” - Como casi es norma en toda banda sonora editada como disco independiente, el tema final suele ser el más extenso y en él se hace un repaso de los momentos más destacados de la obra. Esta no es una excepción y Glass nos hace un resumen perfecto de la que quizá sea su banda sonora más reconocida a nivel popular.
La banda sonora de “The Hours” ganó el premio BAFTA (el equivalente británico del Oscar) y fue nominada a los Globos de Oro, a los Grammy y a los propios premios de la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood. Al margen de eso, es una de sus obras más interpretadas por distintos artistas desde su publicación. Michael Riesman y Nico Muhly realizaron transcripciones para piano de casi todas las piezas de la banda sonora que han sido grabadas por un gran número de pianistas. También el propio Riesman hizo una adaptación para orquesta en forma de suite de tres movimientos que funciona como un concierto para piano y así ha pasado al repertorio de distintas formaciones desde entonces.
En términos de popularidad, este sería un caso similar al de Michael Nyman y su música para “El Piano”. Bandas sonoras ambas en las que el estilo característico de ambos compositores se dulcifica para hacerlas más accesibles, alcanzando así reconocimientos y premios que les estaban vedados cuando componían de un modo, digamos, más radical. En los cinco o seis años posteriores a “The Hours”, Glass recibió muchos más encargos de bandas sonoras para películas comerciales que en todos los años anteriores lo que demuestra que algo debió hacer bien. En nuestra opinión estamos ante una banda sonora muy agradable que no está entre las 5 o 6 obras más importantes de su autor pero que no es en modo alguno desdeñable. Es un Glass muy accesible pero que mantiene sus señas de identidad y, quizá, un buen punto de partida para los que quieran acercarse a la obra del compositor norteamericano y como tal, no dudamos en recomendarla.
Nos despedimos con una versión para piano y violín del tercer movimiento de la "suite" adaptada por Michael Riesman a partir del material de la banda sonora. El propio Riesman interpreta el piano: