La película de Paul Verhoeven (1990), con el amigo Arnold y la potentísima Sharon Stone, animando la maravillosa BSO de Jerry Goldsmith, siempre estuvo entre mis películas de ciencia-ficción favoritas. La idea de creer que se está viviendo una vida que en realidad es falsa, y que al final se convierte en la verdadera, con un entorno que finge ser lo que no es: la esposa, los amigos y el trabajo, me pareció una sensación vertiginosa y, por tanto, atractiva. A esto Verhoeven añadió un rebaño de seres y efectos interesantísimos, mucho más allá de la prostituta de tres tetas. Por eso me decidí a leer el relato de Dick en el que los tres guionistas de Verhoeven se basaron. Y, además, hace poco vi el remake de 2012 de dirigió Len Wiseman.Cuidado, porque encontré una novela con el mismo título, Desafío total, con una foto de la película en la portada. Atención: no se trata de dicho relato, sino de una novelización de la cinta de 1990. El cuento de Dick se puede encontrar fácilmente en alguna de sus recopilaciones, e incluso buscando un poco en internet. El título dickeano no era muy comercial, pero sí descriptivo: Podemos recordarlo todo por usted al por mayor (We can remember it for you wholesale,1966). La comparación con las películas estaba servida. Veámosla.
Dick escribió un relato marca de la casa: la delgada línea entre la ficción y la realidad, el manejo de la memoria y la inducción, y la manipulación del ser humano. En esta ocasión el protagonista/víctima es Douglas Quail, un empleado de la Oficina de Emigración de la Costa Oeste. Vive con su mujer, una maltratadora psicológica que le insulta, amenaza y menosprecia, y a la que él tiene demasiado miedo como para contarle todos sus sentimientos y deseos. De hecho, cuando ella le abandona él exclama: “Al fin”. En la película de Verhoeven, la esposa es un agente secreto, interpretado por Stone; una profesión que no queda clara en el cuento. Todo lo contrario a lo que ocurre en la versión de Wiseman, donde la insulsa y operadísima Kate Beckinsale es una mala tipo Terminator; es decir, incombustible.
En el cuento de Dick, el pobre Douglas Quail va a Rekal Incorporated con la intención de cumplir su sueño: ir a Marte, donde vive extraordinarias aventuras de agente secreto. Este sueño aparece en las dos películas, aunque quizá con más claridad en la de Wiseman, donde un Colin Farrell frío como una salchicha recién salida del frigorífico, comienza el filme pegando tiros y corriendo de la mano de la chica. Ni que decir el abismo existente entre Farrell y Arnold Schwarzenegger a la hora de dar vida a cualquier personaje; me quedo con el ex gobernador de California.

