La imagen de 2008 muestra dos puntos relativamente azules
a ambos lados del aterrizador, correspondientes a los limpios
paneles solares. En la imagen de 2010 los científicos ven una
sombra oscura que podría ser el cuerpo de la sonda y el panel
solar del este, pero no hay sombra del panel solar occidental.
"La nave espacial Phoenix logró éxito en sus investigaciones y superó su vida útil prevista", dijo Fuk Li, director del Programa de Exploración de Marte en el Laboratorio de Propulsión a Chorro (Jet Propulsion Laboratory, JPL) de la NASA en Pasadena, California. "Aunque su trabajo está terminado, el análisis de la información de las actividades científicas de Phoenix continuará por algún tiempo más".
La semana pasada, el orbitador Mars Odyssey de la NASA voló sobre Phoenix 61 veces durante un intento final de comunicarse con el módulo de aterrizaje. Ninguna transmisión del aterrizador fue detectada. Phoenix tampoco se comunicó durante los 150 vuelos de las tres campañas de escucha anteriores en enero, febrero y abril.
La investigación desde tierra continúa basándose en los descubrimientos realizados por Phoenix durante el verano sobre las condiciones en el sitio donde aterrizó el 25 de mayo 2008. La sonda, que funcionaba con energía solar, completó su misión de tres meses y continuó trabajando hasta que la luz se desvaneció dos meses después.
Phoenix no ha sido diseñada para sobrevivir a la oscuridad y frío del helado invierno. Sin embargo, la débil posibilidad de que Phoenix sobreviviera no podía ser eliminada sin intentar oír a la nave después del regreso abundante de luz solar.
Una imagen de Phoenix tomada este mes por la cámara HiRISE (High Resolution Imaging Science Experiment), a bordo de la Mars Reconnaissance Orbiter, sugiere que la sonda ya no arroja sombras como lo hizo durante su vida de trabajo.
"Las imágenes anterior y actual son muy diferentes", dijo Michael Mellon de la Universidad de Colorado en Boulder, un miembro del equipo científico de Phoenix y HiRISE. "El módulo de aterrizaje parece más pequeño, y sólo una parte de la diferencia puede explicarse por la acumulación de polvo en el módulo de aterrizaje, lo que hace a sus superficies menos distinguibles de los alrededores de tierra".
Este punto de vista de uno de los paneles solares de
Phoenix es un compuesto de múltiples exposiciones tomadas
por la cámara Surface Stereo Imager de la sonda.
Durante su misión, Phoenix confirmó y examinó los parches de extensos depósitos de hielo de agua subterránea que detectó Odyssey e identificó un mineral llamado carbonato de calcio que sugiere la presencia ocasional de agua descongelada. El vehículo de aterrizaje también encontró una química de suelo con implicaciones significativas para la vida y observó la caída de nieve. La mayor sorpresa de la misión fue el descubrimiento de perclorato, una sustancia química oxidante que en la Tierra es alimento para algunos microbios y potencialmente tóxico para otros.
"Encontramos que el suelo sobre el hielo puede actuar como una esponja, con perclorato que rescata el agua de la atmósfera y la conserva", dijo Peter Smith, investigador principal de Phoenix en la Universidad de Arizona en Tucson. "Usted puede tener una capa fina de agua capaz de ser un medio ambiente habitable. Un micro-mundo en la escala de los granos del suelo, que es donde está la acción".
Estos resultados sobre el perclorato dan forma a investigación astrobiologica posterior, ya que los científicos investigan las consecuencias de sus propiedades anticongelantes y su uso potencial como fuente de energía por los microbios. El descubrimiento de hielo en el suelo hecho por Odyssey señaló el camino para Phoenix. Más recientemente, la Mars Reconnaissance Orbiter ha detectado mediante radar numerosos depósitos de hielo en latitudes medias a mayor profundidad y expuestos a la superficie por cráteres de impacto.
"Los entornos ricos en hielo son una parte aún mayor del planeta de lo que pensábamos", dijo Smith. "En algún sitio de esa vasta región van a haber lugares que son más habitables que otros".
En fin, una exitosa misión que sucumbió ante el crudo invierno marciano, pero que nos ha dejado un importantísimo legado en cuanto a información de estudio sobre el planeta rojo. Al equipo del JPL sólo le bastaba hacer un pequeño homenaje a esta sonda que guardará silencio para siempre. Adiós, Phoenix, y gracias...
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