Editorial Impedimenta. 307 páginas. 1ª edición de 1967, ésta de 2010.
Paseando por las mesas expositorias del Fnac de Callao me encontré con esta novedad de las cuidadas ediciones de la editorial Impedimenta, Picnic en Hanging Rock. El título y las frases de la contraportada me hicieron viajar en el tiempo más de 20 años. Yo había visto, recordé entonces, una película basada en este libro cuando tenía entre 10 y 12 años. Y algunas de sus escenas, un recuerdo perdido y entonces recuperado, volvieron a mí en la última planta del Fnac de Callao. La película, cuando la vi, entre los 10 ó 12 años -si no recuerdo mal un viernes por la noche, en un programa que luego tenía un debate-, me generó bastante inquietud. Allí, en Picnic en Hanging Rock (1975, director: Peter Weir), se planteaba un misterio sin resolución final; algo que a mí, a aquella edad remota, me resultó extraño, como si el director me hubiese escamoteado el significado de su película, o esta se hubiese quedado a medias.
La autora de la novela en que se basaba aquella película, Joan Lindsay (1896-1984) pertenecía a una famosa familia de artistas australianos, y Picnic en Hanging Rock es su obra más famosa; “una de las más míticas novelas de culto de la literatura anglosajona”, según apunta la faja de Impedimenta.
La trama se inicia el 14 de febrero de 1900. En este día de San Valentín, las 20 chicas del colegio Appleyard están nerviosas porque pronto saldrán del edificio en que viven confinadas para pasar el día en un lugar de formación volcánica, llamado Hanging Rock, una elevación natural de la planicie australiana de unos 150 metros casi verticales (el lugar existe realmente, se puede buscar en Internet). Y esto ocurrirá después de haberse entregado, entre ellas, tarjetas de San Valentín, como si cada una de ellas tuviese un amante fantasmal esperándolas.
Picnic en Hanging Rock se podría clasificar como una novela gótica, ya que su primer capítulo me ha hecho pensar inmediatamente en el colegio Lowood, donde pasa su infancia Jane Eyre en la novela homónima de Charlotte Brontë; aunque es cierto que el colegio Appleyard no parece tan siniestro, un halo amenazante no deja de cernirse sobre él.
Durante el Picnic 4 chicas deciden explorar Hanging Rock, y una fuerza poderosa e irracional parece empujarlas hacia su cumbre. En ella se internarán las 3 más mayores, y la cuarta regresará a la zona de picnic presa de un ataque de histeria. También, la profesora de matemáticas, una estricta mujer de 45 años, parece recibir la llamada de la Roca y se pierde en sus elevaciones.Nada sobrenatural está ocurriendo aparentemente. Recordaba de la película una carga erótica, unida a la del misterio, en estas escenas del ascenso de las chicas por las rocas, despojadas de calzado y de parte de sus aparatosos vestidos. Este componente erótico se encuentra en la novela; velado, subterráneo, pero está ahí. Además, los relojes de los participantes en el picnic se han parado a las 12 del mediodía, lo que añade una carga más de misterio, puede que sobrenatural, a la escena.
“Se recordó a sí mismo que ahora estaba en Australia: Australia, donde cualquier cosa podía ocurrir”, reflexiona en la página 53 Mike Fitzhubert, llegado al continente-isla, desde Inglaterra, hace apenas unas semanas.
El misterio de la desaparición en Hanging Rock se extiende por la comarca, y Joan Lindsay nos narra, bajo el aparente enfoque de la reconstrucción de unos hechos reales en forma de crónica, como la desaparición de esas 4 personas, sin dejar rastro, afectan a los protagonistas de la novela.
8 días después de los extraños sucesos, Mike, que estaba también de picnic en Hanging Rock en el momento de la desaparición, siente la necesitad de hacer algo (parece que se enamoró a primera vista de una de las chicas, Miranda) y junto a su amigo Albert, el cochero de la familia, decide regresar a la Roca y pasar una noche él solo allí. También, estas páginas me pareció que tenían un gran componente gótico, ya que me ha recordado a las escenas en que Heathcliff llamaba a la desaparecida Catherine en los paramos de Yorkshire en la novela de Emily Brontë Cumbres borrascosas. Una de las chicas aparece, gracias al empeño de Mike, como si éste hubiese podido invocarla, en la Roca tras estos 8 días, viva, con los pies ilesos, sin recordar nada de lo sucedido.
“El miasma de los miedos ocultos se iba haciendo cada vez más grande y más oscuro”, escribe Joan Lindsay en la página 170, cuando el misterio que emana de Hanging Rock va expandiendo sus círculos concéntricos.
Joan Lindsay parece basarse en el modelo de la novela gótica inglesa para escribir su novela, sobre todo en los libros de las hermanas Brontë. Y, aunque su escritura tiene un cierto aire decimonónico, con un voz narrativa omnisciente, que a veces nos hace reflexionar sobre su propia narración (con expresiones del estilo de “En el capítulo anterior hemos contemplado” página 251), la novela se adentra en el siglo XX al usar sus recursos decimonónicos con una carga irónica, que puede llegar a ser sarcástica, principalmente cuando nos habla de la dueña del colegio, la señora Appleyard, el principal personaje negativo del libro.
El misterio planteado en este libro es interesante y el juego entre ficción / realidad, o relato realista / relato fantástico está bien llevado y uno avanza por sus páginas con una importante dosis de intriga (a pesar de que los recuerdos difusos de la película, vista un viernes de hace más de 20 años, hacían que ya supiera en esencia lo que iba, o mejor dicho no iba, a pasar).Sólo había leído antes un libro de un autor/a autraliano/a, Un libro para niños basado en un crimen real, de Chloe Hooper, y ha sido curioso regresar y leer una historia ambientada en este país. Quiero ahora volver a ver la película.