Revista Cultura y Ocio

Piel y tinta – @Mous_Tache

Por De Krakens Y Sirenas @krakensysirenas

Tras un breve apretón de manos Jorge me invita a pasar al fondo de la estancia. Me indica con un ademán que me siente en un banco mientras él empieza a prepararse. Un momento después me muestra orgulloso de su trabajo el diseño que ha preparado tras la conversación que mantuvimos días atrás en el que le conté mi historia, o al menos la parte que no quiero olvidar.

Transfiere la plantilla con cuidado a mi antebrazo y puedo observar cómo le brillan los ojos, le apasiona su trabajo y ha sido esa pasión que intuí cuando conversábamos sobre la simbología de la composición y que ahora demuestra, la que me llevó a elegirle a él y no a otros. No me equivoqué.

Tras haberme explicado minuciosamente todo el proceso que realizará en las próximas horas y los cuidados que he de observar en los próximos días, se dispone a comenzar su trabajo. El zumbido de la máquina que mantiene entre sus dedos me advierte del inicio del tatuaje y del fin de un ciclo. Las agujas comienzan a traspasar mi piel insertando tinta, haciendo visible el tatuaje que el alma y las experiencias ya pusieron allí a lo largo de los años y las experiencias vividas. Un mero trámite.

—¿Duele?

—No.

Le miento. Duele de la hostia. Pero es curioso como ese dolor sana otro dolor más profundo que empieza a liberarse a medida que los trazos del dibujo se suceden.

Jorge, me pide que le vuelva a relatar el significado de los elementos que compondrán su obra.

Cierro los ojos y me abstraigo mientras pausadamente comienzo a hablar. Soy consciente de que por sus oídos han debido pasar centenares de historias como la mía, pero esta es la mía:

El navío con la popa semi-hundida , abrazada por los tentáculos inmensos de un monstruo marino que intentan llevarlo al fondo pero con la proa elevándose rebelde sobre las procelosas aguas de un mar encabritado, el velamen rajado y hecho jirones y la mayor partida representan las consecuencias de haber mantenido mi postura, terco en mis convicciones y el duro recorrido que he tenido que afrontar por la rebeldía de creer que mis ideas me sacarían del pozo donde muchos me situaron.

Al timón, un bucanero con pata de palo, sombrero torcido, cicatriz en la cara y barba de años, flanqueado por dos figuras. Una niña con pañuelo anudado a la frente con la mirada fija en mí y un grumete que me rodea los hombros con su brazo mientras con una mano me indica la dirección a seguir. Mis hijos y yo.

Una brújula con la inicial de ella como Norte, y es que el Norte a veces está al Sur.

Y un faro emitiendo una tenue luz en la ladera de un acantilado. Luz que son sus ojos. Los mismos que me miraron una vez y me dijeron que me esperarían toda la vida.

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