Como siempre lo he dicho, creo en asumir responsabilidades. Aquí lo hago. Me ha tocado el turno.
A raíz del artículo YO ACUSO, intento desesperado de crear conciencia sobre nuestro cine nacional, he recibido numerosos mensajes, públicos y privados, agradables, desagradables y algunos hasta ofensivos. Más allá del tono de los mismos, debo reconocer públicamente que en algunos de ellos, se esgrimen puntos que no puedo obviar. Puntos que son ciertos. Y debo retractarme. Así de dificil es la honestidad.
Durante tres años he escrito en este blog. Siempre he tratado de resaltar lo positivo del cine venezolano y de darle cabida a todos los coterráneos que forman parte del medio, sin entrar en distinciones de ninguna índole. Pero a muy poca gente le interesa escuchar lo positivo. Los comentarios de estos escritos eran pocos y casi siempre publicados por los mismos comentaristas. Durante años mi frustración fue creciendo ante ciertas realidades de nuestro cine, por lo que sentí hace unos días la necesidad de dar mi opinión al respecto. Pensé que revolviéndole las entrañas al demonio conseguiría construir algo. Pensé que haciendo un llamado, si se quiere violento, podía hacer ver en contrapartida el potencial de nuestro cine, demostrar que es posible elevar su calidad, lograr que sea reconocido, mover a la gente a las salas, crear conciencia sobre los mecanismos de selección, en fin, cambiar todo aquello que de alguna manera me causa frustración personal. Pero me equivoqué. Y aquí me retracto.
Concedo que el tono acusatorio no fue el adecuado. No lo es, a menos que se denuncie con particularidad. Al generalizar con el Yo Acuso, metí en el mismo saco a todos los que formamos parte del cine en Venezuela. Entiendo que no es justo. Por ello me disculpo públicamente. Definitivamente mi intención no era convertirme en inquisidor. Pero de buenas intenciones está empedrado el camino al infierno.
Concedo de igual manera, que el artículo es indiscriminado y en tal sentido no constructivo. Yo no estoy de acuerdo con la crítica destructiva pero entiendo que muchos consideren que el artículo es de esa clase. Por ello también me disculpo. Alguien me dijo que mis puntos son juicios y no opiniones. Lo entiendo. Aunque de veras es casi imposible emitir opiniones sin juzgar alguna situación. Para la próxima, arroparé más la ecuanimidad.
Concedo que mis puntos pueden parecer difusos y generales. Que no tocan de manera profunda las cuestiones planteadas. Por ello me disculpo. Sólo una cosa: me hubiera tomado semanas y miles de escritos analizar a profundidad uno por uno. Y no estoy seguro que el resultado hubiera sido diferente.
Concedo que mis puntos no son absolutos, definitivos, que no están escritos en piedra. Puede que no haya tenido a mano cierta información, que de haberla manejado, me hubiera colocado en la posición de ser más puntual y contundente en mis planteamientos. Si sirve de algo, nunca pensé que mis puntos no fueran debatibles. Invito a todos aquellos que quieran participar en el debate lo hagan. No sólo me insulten vía email protegidos por el anonimato, sino repliquen y participen, porque una cosa que si no hice fue creerme el abanderado de verdades absolutas. Todo lo contrario. A mi me beneficia que se demuestre lo equivocado que puedo estar. Por favor, aprovechen esta coyuntura para hacerlo dentro de los límites de la tolerancia y el respeto.
Me disculpo con todos mis amigos (en realidad, ahora que lo pienso no creo que tenga enemigos), con todos aquellos cineastas que luchan a diario para enaltecer el cine nacional. Cuenten conmigo en lo que respecta a la construcción del mismo y sus instituciones.
Espero le den difusión a estas sinceras líneas a través de las diferentes redes sociales y blogs.
Gracias a todos.
Vicente Forte Sillié