Pilsen, la ciudad que da nombre a una cerveza

En la ciudad checa donde se han inventado y se siguen produciendo variedades como la Pilsner Urquell o la Gambrinus, se pueden visitar sus fábricas además de descubrir por qué es toda una referencia económica y cultural en Centroeuropa.

¿Cómo se llega hasta Pilsen? Muy fácil. Se vuela hasta Praga y desde el mismo aeropuerto la conexión no puede ser más rápida. El autobús 100 enlaza con la estación de metro de Zlicin y desde allí salen continuos autobuses de la compañía Student Agency al mismo centro de Pilsen. El viaje dura menos de una hora.

Referente económico y cultural. Sí, es verdad, Pilsen es referencia mundial de la cerveza. Allí se ha inventado y se siguen produciendo variedades como la Pilsner Urquell o la Gambrinus. Se pueden visitar sus fábricas. Hay incluso un museo monográfico dedicado a su historia. Pero esta ciudad checa es sin duda mucho más que cerveza. Cuenta con apenas 170.000 habitantes pero es una referencia en Centroeuropa, tanto económica, como cultural.

El museo Techmania repasa la historia de Skoda. Aquí nació el imperio Skoda a mediados del siglo XIX, convirtiéndose en muy poco tiempo, en uno de los grandes fabricantes de armamento a nivel mundial -durante la Segunda Guerra Mundial de sus fábricas salían los famosos Panzer alemanes- para luego ir diversificando su producción en el sector del transporte. En estos últimos tiempos Pilsen se ha especializado en trenes, tranvías, metros y autobuses eléctricos. En el museo interactivo Techmania se cuenta la trayectoria de esta gigantesca empresa mostrando algunos hitos de su trayectoria.

Uno de los grandes proyectos de su capitalidad cultural ha sido sacar a la luz este ingente patrimonio a través del proyecto Pilsen Architecture Manual. Se han establecido cinco circuitos que se pueden recorrer con guía pero también de forma individual. Ponen de manifiesto de forma muy especial la arquitectura moderna de los años veinte y treinta.

Tesoros y secretos. Habitación rediseñada por Adolf Loos. Capítulo aparte se merece la restauración y apertura al público de cuatro de los interiores de las trece casas que diseñó en la ciudad, en aquella época, el gran Adolf Loos. Precisamente, el 10 de diciembre se le rinde un homenaje especial para celebrar el 145 aniversario de su nacimiento con visitas a lugares que normalmente no están abiertos al público. Quien haya disfrutado de su obra en Viena o en Paris tiene una cita pendiente en Pilsen.

Lo primero que llama la atención en Pilsen es la torre de más de cien metros de altitud de su Catedral, la más alta de la República Checa y el centro neurálgico de su precioso casco histórico, cuajado de bares, cervecerías, cafés y tiendas curiosas enclavadas en edificios medievales o renacentistas. Vale la pena asomarse en el interior de cualquier casa. Siempre esconden uno o dos patios que nos revelan secretos de su pasado.

Para conocer algunos de los tesoros y secretos, vale la pena ponerse en contacto con el programa Pilsen Ciudad Escondida, a través del cual asociaciones locales e individuos nos revelan inusitados rincones de esta ciudad: pasear por un lujoso barrio residencial de los años veinte, un safari industrial o una visita al entorno del estadio donde juega el FC Viktoria Plzen, el equipo revelación de la liga checa.

Museo Patton sobre la Segunda Guerra Mundial. Cada uno termina encontrando su rincón favorito en esta ciudad bohemia llena de sorpresas. Quién podría imaginarse que cuentan con uno de los museos más interesantes dedicados a la II Guerra Mundial, centrado en la liberación de la ciudad por parte del ejército americano, comandado por el General Patton. O tener un espectacular legado judío que incluye varias sinagogas históricas, incluyendo la segunda de mayor tamaño de Europa.

Gracias también a ser Capital de la Cultura Europea en 2015, cuenta con el teatro más moderno y novedoso de la República Checa que se suma a su ya importante equipamiento cultural. También se ha aprovechado para reacondicionar edificios industriales como las antiguas cocheras de los tranvías que ahora se ha convertido en DEPO, un centro cultural de lo más dinámico e imaginativo que por ejemplo incluye un original taller donde arreglar todo tipo de electrodomésticos o bicicletas.

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