En una metrópolis casi nadie se esconde. Levantas la cara y caminas por sus calles. La revista Chilango dice "Pinche Inidio" en su portada y deberías leer sus páginas. Pero caminas con la frente en alto, tras llamarlos "indios", "nacos" y determinar la belleza según su color de piel. Sin asomo de vergüenza, sin esconderse en algún rincon de la ciudad.
En un acto de observación y autocrítica social, Chilango se detuvo a ver la ciudad de la que habla. Sí, la publicación impresa que te dice dónde comer por 150 pesos mexicanos, cuando lo puedes hacer desde 40 pesos o incluso menos (obvio con fondas sin fondos para publicitarse).
Entonces llegó el periodismo que desnuda, para cuestionarnos dónde estuvimos mientas el racismo cotidiano ocurría. Nos tapamos los ojos o tal vez, sólo lo aceptamos. Bromeábamos sobre qué tan "naco" y "moreno" se es. La Ciudad de México es infinitamente racista y hay un grado: si estuviera en las manos de sus ciudadanos reducir el número de personas "morenas" que en ella se mueven, probablemente lo harían.
En el top de sus páginas, aparece un niño de poco menos de 5 años, quien fue golpeado y maltratado por sus compañeros, vía invitación de las maestras de la escuela, al enterarse que su mamá era indígena mazateca. Otra joyita: "¿Cómo esta india puede vivir en la Colonia Roma?", dicen algunos vecinos de esta zona en una historia más de la revista de febrero. Por si acaso, una crónica sobre lo que implica realizarse un blanqueamiento de piel en clínicas de la ciudad. Desde las celebridades hasta remedios caseros, muchos buscan formas.
La edición del mes se completa con historias sobre actores y músicos, así como personajes involucrados en organizaciones que luchan contra la discriminación, las cuales, extrañamente, los discriminan por su color de piel. Lo mejor: la respuesta contestataria de éstos, al rechazar los insultos y enorgullecerse de quiénes son. Claro que hay textos de análisis, con periodistas, académicos y poetas. La validez de usar la palabra "raza" es desmenuzada.
Chilango saltó y parece que le gusta la altura. También el periodismo. La publicación dirigida por el periodista Mael Vallejo ya demostraba algo desde hace unos meses, con la edición "No me digas guapa", que abordaba el acoso machista de la ciudad. Con lo que está ahí pero no se dice, vuelve para incomodar con su reflejo realista. No, no es Black Mirror, es periodismo, eso que la mayoría de la prensa mexicana ya olvidó qué es, pero ni se esconde por ello.
POR MIGUEL JIMÉNEZ ÁLVAREZ