Pintura paisajística es uno de los temas pictóricos más apasionantes que se pueden desarrollar en el ámbito del arte. Cualquier persona que comience a pintar puede realiza pintura paisajística aceptable con tan sólo unas cuantas nociones básicas, entre ellas las que se refieren al encuadre y la composición.
Parece lógico considerar la pintura paisajística como una temática más sencilla que los demás temas pictóricos, ya que los elementos que se representan en el mismo pueden carecer de la exactitud de un bodegón o de la complejidad de la figura. Sin embargo en pintura paisajística, el nivel de dificultad puede ser tan amplio como quiera el artista.
En principio no hay que plantearse cuestiones demasiado complejas, pero sí que hay que considerar algunas que son primordiales, como el encuadre y la composición en diferentes formatos.
Formatos del Soporte en la pintura paisajística
Uno de los recursos que el artista tiene a su alcance para extraer el máximo partido a la composición es el juego que proporciona el formato de soporte.
Se llama formato al espacio que contiene el dibujo o pintura, normalmente un rectángulo, y sus medidas pueden ser muy variadas. Es evidente que para una pintura paisajística, el soporte más adecuado será el apaisado, más ancho que alto, y para un bodegón el cuadrado. Sin embargo, la experiencia demuestra que en el arte todas las normas son relativas; por ello siempre es útil estudiar las posibilidades y elegir la mejor opción.
Composición y Estructuras en la pintura paisajística
Una vez escogidos la forma y el tamaño del lienzo, se estudian las líneas y las zonas donde ubicar los elementos de una composición, aunque no siempre se utiliza y se dejan llevar por la intuición. De todas formas es interesante conocer algunos de estos principios básicos.
Las líneas más utilizadas son aquellas que dividen el espacio del lienzo en mitades y tercios. Si se colocan elementos para componer en el centro, en la mitad, o en la cuarta parte de un soporte, siempre se conseguirá una relación estable y equilibrada, aunque, el resultado, correcto, puede ser aburrido.
Por el contrario, los tercios y las diagonales aportan más dinamismo, por lo que se tendrá una composición más atrevida. Estas líneas se dibujan a mano alzada y no deben reprimir el trazo libre y espontáneo, pues son sólo líneas que ayudan a repartir los elementos del dibujo dentro del espacio, por lo que no hay que caer en un excesivo rigor técnico.
El análisis de la composición debe utilizarse de forma selectiva; en ningún caso debe sacrificarse la autenticidad de una intuición para encorsetarla en una rejilla compositiva. Al igual que la perspectiva o la física del color, el conocimiento de la composición es una herramienta más para el artista para la pintura paisajística.
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