En el camino las noches sin luna, son muy oscuras, tan negras como creo es el alma de los dueños que van a botar a sus mascotas escondiéndose de manera delictiva en medio de las sombras. Una de esas noches, vamos subiendo tarde, quizás con la esperanza de encontrar a alguien con las manos en la masa en el momento justo y preciso.
Las luces del auto iluminan un bulto claro sobre la calzada derecha, hago sonar la bocina para que se quite, pero ese bulto hace caso omiso, está sordo, no escucha, pero luego nos daríamos cuenta que no es que no escuchara, mas bien, no quería escuchar.
La noche está helada, hace frío, y aquel bulto claro solo busca quedarse en aquel lugar esperando a quién lo abandonó. Sobre la calzada aun hay tibieza que dejaron los rayos del sol. Al no levantar cabeza, detuve mi auto a un costado, me acerqué a conversarle casi con temor. Era un perro recien abandonado. Al escucharme, atinó a levantar su cabeza como diciendo, "no molestis".
Creo que de tanto llamarle la atención para que se levantara por temor a un atropello, me encontró razón, se levantó de mala manera, lentamente, estirándose como si no quisiera dar un paso. Ahí vi a un tremendo perro blanco, con manchas oscuras en sus ojos. Parecía un pirata, como aquellos píratas que salían de las leyendas para quedarse emocionados en mi mente infantil. Fue así como le llamé Pirata.
Pírata, al escuchar mi voz suave, le dió confianza y se acercó al auto, lo olfateó de manera enérgica, para luego darse cuenta que le estaba ofreciendo comida. De mala gana se acercó a olerla, lo mas seguro que aquella comida no se parecía en nada a la que seguramente lo tenían acostumbrado.
Tenía un pelaje suave y brillante, pero lo mas seguro que su querido dueño tiene que haber tenido un motivo muy importante para haberlo botado, pero se encontró conmigo, y para mi no existe motivo alguno para abandonar a tu mascota, y mas aún cuando ese animal ha sido criado desde cachorro en su hogar, participando de toda la familia.
Pírata era un perro rande, rande, me hubiese dicho un niño en media lengua, era tan grande, robusto, a mi gusto, hermoso, quizás para algunos su solo porte daba inseguridad, temor, pero al acercarse, humildemente bajaba su cabeza para que le hicieran cariño. Al pasar los días, Pírata se fue adentrando en un jauría femenina, donde inclusive había una perra parida con cachorritos pequeños, y el, empezó a sentirte protector del lugar, acostumbraba a sentarse sobre las hojas, bajo los árboles, cerca de la camada, pasó a ser el padre protector de aquellos cachorros.
Cierto día, se detuvo una camioneta blanca, me extrañó que lo hiciera. Al preguntarle si querían algún cachorrito para adoptar, contestaron que lo querían a el, pero no les cabía en el vehículo que andaban, que volverían por el. La gran duda.
A pesar de estar acompañado, donde los demás animales de la jauría, le entregaban y demostraban respeto, tenía como para creerse el perro alfa sin serlo. Había empezado a crear lazos con ese perro rande e inmenso de alma, y por esos lazos ya había encontrado a alguien que lo adoptara. Tenía que sacarlo. El gran problema, era un perro grande, de tamaño, y ya costumbre que los perros grandes, los hacen desaparecer rapidámente, por temor a que puedan atacar a las reces que ocupan los terrenos. Hay alguien que se encarga de este sucio trabajo, deduzco quién es, pero no hay pruebas.
Me fui feliz al camino, con la esperanza de encontrarlo, mimarlo y subirlo al auto.
Llegando al lugar, el mal olor putrefacto a perro muerto me dió mala espina, solo atiné llegar al sector sin siquiera llamarlo. Ahi estaba el, tendido a la orilla del camino, inmóvil, inerte, hediondo, lleno de moscas sobre su cadáver.
Fíjate bien. ¿Tu eras el dueño de este maravilloso perro grande?
Quiero que sepas, que ese perro grande, cara humilde y alma noble, lo mataron.
Nunca logró ser feliz después que lo abandonaste. Ese perro que dejaste una noche oscura y fría, lo mataron, murió esperándote.
Pírata sirvió de alimento para los nuevos que venían llegando.
Es el juego de la vida, unos pierden y otros ganan.
Será la deuda que la vida algún día te cobrará.
No hay deuda que no se pague.
NO MAS ABANDONO DE PERROS
Marcela Opazo
[email protected]
Los perros del camino?... son todos aquellos que de una u otra manera estando perdidos o abandonados, Dios los pone en mi camino cuando paso...y algo me dice: tienes que detenerte, no puedes seguir...