Revista Opinión

Pistolas del tamaño de su miedo

Publicado el 09 enero 2015 por Jamedina @medinaloera

Don Flavio Romero

Flavio Romero de Velasco  (Foto: El Informador)

Entre los pocos gobernadores de Jalisco que realmente se preocuparon por garantizar la seguridad de la población, prioridad fundamental de cualquier gobierno que se respete, figura don Flavio Romero de Velasco, quien al tomar posesión de su cargo, el 1 de marzo de 1977, pronunció este histórico mensaje:

La vida en Jalisco durante muchos años ha sido un largo inventario de intranquilidades. Crímenes, asaltos, secuestros, pandillerismo, drogadicción, violaciones y actos de terrorismo forman parte de una dilatada gama de hechos antisociales que conturban nuestro ánimo y amedrentan nuestras vidas. La otrora pacífica y envidiable Guadalajara que era espejo de la paz y el disfrute provinciano, ha visto alterado su pulso por una violencia demencial que evidencia uno de los signos más deprimentes de esta época tensa y convulsa que nos ha tocado vivir.

“Motivo de grave preocupación para todos es el cotidiano espectáculo de hechos violentos tanto por parte de los profesionales del delito como de aquellos que delinquen al amparo de absurdos como aparentes propósitos políticos.

“Muchos años de lenidad y tolerancia han generado en nuestro medio un sistema de fueros tácitos e impunidades inaceptables que no admite la ley y que rechaza la sociedad. De situación tal, todos somos responsables, unos por acción y otros por omisión. Nuestro miedo, nuestro disimulo, nuestro silencio cómplice o nuestra indiferencia, han ido fertilizando a través de los años un árbol deforme de cuyos frutos hoy nos asombramos.

“Aparte de las presuntas razones de orden político con que pretenden justificar su conducta antisocial muchos jóvenes ideológicamente dogmatizados, que sienten coadyuvar al triunfo de su causa con crímenes nefandos y acciones legal y moralmente reprochables, debemos reconocer que también nos hallamos inmersos en una lamentable tradición de machismo, bravuconería y falta de respeto a la vida humana que señala al jalisciense como el prototipo más definido.

“En esta tradición -añadió- han ido estructurando nuestros hijos su tabla de valores y sus modelos de conducta; por ello no debe extrañarnos que jóvenes y adultos porten como complemento indispensable de su hombría un arma del tamaño de su miedo, de su inseguridad o de su inestabilidad interior.

Y concluyó:

“Porque no es concebible la seguridad de nuestras vidas frente a personas que portan armas al margen de la ley, la sociedad jalisciense clama, exige, una pronta labor de despistolización sin disimulos ni concesiones al influyentismo. Si no se actúa con la prudente energía que nuestra circunstancia reclama, tiempo tendremos para lamentar nuestro miedo y nuestra indecisión, que alentarían más aún la impunidad que estimula y fomenta la delincuencia”.

En materia de seguridad pública, Romero de Velasco pudo decir al final de su mandato, en 1983: Misión cumplida.

Artículo publicado por la Revista Portada de México en su edición de enero de 2015.

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