Mientras mis niños se entretuvieron en la piscina, una tarde en casa de amigos, tomando sangría mientras el horno del patio se calentaba, preparaba pizzas para todos. Pizzas muy rudimentarias y sabores variados, incluso no tenía rodillo así que utilicé la botella de vino tinto con que hice la sangría, amasé cada uno con el encanto de tan peculiar momento.
Ingredientes para la masa:
- Un kilo de harina de fuerza.
- 30 Gramos de levadura prensada.
- Una taza de agua.
- Una cucharada pequeña de sal.
- Un bote de 400 gramos de tomate frito.
- Queso, chorizo, jamón a gusto
- Albahaca recién cortada a gusto.
Preparé la masa temprano, alrededor de las 09 de la mañana. Disolví la levadura en la taza de agua tibia durante quince minutos. Pasado los quince minutos añadí todos los ingredientes al robot de cocina y dejé amasar durante cinco minutos. Retiré y guardé en un bol grande con tapa y dejé reposar hasta la hora de la comida. Por supuesto creció el triple de su tamaño, señal que la levadura hizo su trabajo correctamente. Mientras mi amigo José se encargaba de calentar el horno de piedra, yo amasaba de forma redonda con la botella de vino y añadía por encima jamón, queso, tanto fresco a uno como a otro Gouda y chorizo. También corté de mi jardín albahaca para completar la pizza perfecta. Lo complicado fue encontrar bandejas adecuadas para introducir las pizzas en el horno. Que si una paella a bandejas de aluminio para servir copas.
Por fin y después de unos diez minutos, el resultado fue pizzas crujientes y con sabor intenso, simples pero muy apetitosas. Todos lo disfrutaron y se chuparon los dedos. Encantador día.