por Daniel A. Laó Dávila
Publicado originalmente en el libro ¡Ciencia Boricua! Ensayos y anécdotas del científico puertorro, 2011, Consejo para el avance en Puerto Rico de la innovación y la investigación científica, Editorial Callejón, 228 p. (http://www.cienciapr.org/en/book-ciencia-boricua)
¿Alguna vez te has despertado de la cama al sentir vibraciones parecidas a las producidas por un camión? ¿O tal vez has visto los cuadros de tu casa caer de las paredes y escuchado un ruido fuerte, a la misma vez de sentir fuertes vibraciones? No pienses que es un gigante despertándose. Lo más probable es que estás sintiendo uno de muchos terremotos que ocurren a diario en Puerto Rico.
Si has sentido un terremoto, has sido testigo de un proceso muy importante en la Tierra. La Tierra está dividida internamente en diferentes capas rocosas, cada una con diferentes propiedades físicas y químicas. Las capas rocosas superiores, aproximadamente los primeros 100 kilómetros, están divididas en fragmentos que se mueven entre sí y que llamamos placas. En sus bordes, las placas pueden chocar unas con otras, separarse unas de otras o moverse de lado a lado. Puerto Rico, junto a La Española y Jamaica, se encuentra en el borde entre las placas del Caribe y de Norteamérica. En este borde de placa las rocas chocan entre sí, en vez de moverse de lado a lado. Por consecuencia, Puerto Rico se encuentra en una zona donde más rompimientos de rocas ocurren debido a estos movimientos de placas.
El rompimiento de rocas ocurre a lo largo de superficies llamadas fallas. Las fallas pueden encontrarse en la superficie o a gran profundidad. Cada vez que se rompen las rocas, se libera mucha energía por medio de ondas que se propagan en todas las direcciones. Muchas veces es tanta la energía que se libera, que la sentimos en la superficie. Las ondas que se propagan tienen diferentes propiedades. Las primeras ondas en producirse, llamadas ondas P (primarias), se comprimen en la dirección de propagación. Las ondas S (secundarias) llegan después de las ondas P, y se comprimen perpendicularmente a su dirección de propagación. Si el terremoto es bastante fuerte, también se pueden producir ondas superficiales que son las más lentas en propagarse.
La mayoría de los terremotos cercanos a Puerto Rico ocurren en fallas mar adentro en las regiones de la Fosa de Puerto Rico (al norte de la Isla) y en la región de Sombrero (al noreste de la Isla). Esto quiere decir que hay muchos terremotos que no sentimos porque ocurren lejos de la Isla. Pero, hay eventos de rompimiento de rocas en esas regiones, que sentimos porque liberan mucha energía y están cercanos a la superficie. Los más cercanos a la superficie podrían sacudir el fondo marino y producir un maremoto.
Un maremoto (también conocido como “tsunami”, palabra originada del japonés) es una perturbación del mar a consecuencia de un desplazamiento del fondo marino que podría causar inundaciones en las costas. Las fallas submarinas alrededor de Puerto Rico son fuentes potenciales de maremotos. Como ejemplo, en el año 1918 ocurrió un terremoto de gran magnitud que ocasionó una perturbación en el suelo marino al noroeste de Aguadilla. Se formó un maremoto que inundó las costas del oeste de Puerto Rico y ocasionó muchos daños a su paso. Este suceso nos indica que tenemos que estar preparados para un posible maremoto en el futuro. Podemos estar más seguros, si nos preparamos y si seguimos las instrucciones de las organizaciones de manejo de emergencias luego de un terremoto.
Los terremotos pueden ser dañinos, si se libera mucha energía y si ocurre cerca de la superficie. Las vibraciones pueden ser tan fuertes, que rompan casas, edificios y carreteras. Por lo que, en caso de un terremoto, hay que actuar rápidamente y cubrirse debajo de algún mueble, como la cama o escritorio. También es importante que en las escuelas y en los hogares se tengan mochilas de emergencia que contengan objetos de primeros auxilios, por si hay que ayudar a algún herido.
No hay que tener miedo a los terremotos y a los maremotos. Sólo hay que estar listos y preparados, en caso que ocurran. Cada vez que sintamos las vibraciones ocasionadas por un terremoto y ver que estamos sanos y salvos, podemos entonces apreciar que estamos sintiendo el continuo movimiento de las placas tectónicas en la Tierra.