Planes en Malasaña en agosto sin morir de calor

Nos gusta tanto Madrid y sobre todo Malasaña que no queremos dejar de ir ni con los 35 grados que tenemos casi todos los días. Pero que no cunda el pánico porque se pueden hacer planes en Malasaña en agosto sin morir de calor. ¿Cuáles? Pues te los contamos para que no te pierdas nada de la zona más cool de Madrid.

Para empezar vamos a ser un poco clásicos… ¿Qué es lo que más hay en Malasaña? Vale, son bares, pero no, nos referimos a las librerías, un plan perfecto para huir del calor y tomarte el día con mucha calma. En Malasaña hay decenas de ellas, pero hay algunas que son muy icónicas. Arrebato Libros, por ejemplo es especialista en libros de segunda mano. Tiene más de 10.000 ejemplares en sus estanterías. Además, tiene unos 3.000 títulos más de nuevas editoriales y escritores independientes. También las hay especializadas como Elektra Cómic, un espacio pensado exclusivamente para los amantes del género. Para los amantes de los libros antiguos está La Tarde, donde encontrar clásicos de la literatura al mejor precio. ¿Sabes qué es lo mejor? Que al lado de La Dominga hay una de las librerías más bonitas de Malasaña y no solo por su imagen, sino por su labor. Justo a nuestro lado se ubica ‘Libros para un mundo mejor’, una librería en la que se compran libros usados para darles una segunda oportunidad. Se venden ejemplares antiguos a precios inmejorables y además realizan una gran labor social donando cultura a quienes más lo necesitan.

¿Planes en Malasaña en agosto y con aire acondicionado de por medio? No fallan los museos y en este caso tenemos uno muy especial en las calles del barrio, el Museo del Romanticismo. En la calle de San Mateo, 13 se encuentra el antiguo palacio del Marqués de Matallana, construido en 1776. Acoge una interesante colección de pinturas, mobiliario y artes decorativas del siglo XIX, que recrea la vida cotidiana y las costumbres de la alta burguesía durante el Romanticismo. Obras de Goya, Esquivel, Madrazo, Alenza y los hermanos Bécquer, cerámica de Sargadelos y Sèvres, joyas de ebonita, lava o cabello natural, una colección de muñecas de porcelana, 15 pianos, muebles de estilo imperio o isabelino y la pistola con la que se suicidó Larra, sirven para recrear la atmósfera del Romanticismo. Uno de los rincones más especiales de este singular museo es el Jardín del Magnolio. En él se encuentra el Café del Jardín del Museo, donde se puede disfrutar de un café y de una amplia variedad de tartas caseras.

Y cómo no, disfrutar de una copa, refresco o comida refrescante… pero con aire acondicionado, no sufras en una terraza. ¿Dónde? Pues como no podía ser de otra manera en La Dominga, refugiados del calor y con vistas al mejor barrio. ¿No te lo crees? Te esperamos para que lo compruebes.

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