Y yo… ¿Quién soy en esta historia? ¿El autor? ¿Un cómplice? ¿Un transeúnte? Soy todo eso. En fin, soy uno cualquiera de ustedes. Yo soy la encarnación de vuestro deseo. De vuestro deseo de saberlo todo. Los hombres solo conocen una parte de la realidad. Y ¿por qué? Porque no ven más que un solo aspecto de las cosas. Yo los veo todos.
Porque los veo en círculo. Eso me permite estar en todas partes. En todas. Pero, ¿dónde estamos? ¿En un escenario? ¿En un estudio? No se sabe. ¿En una calle? Estamos en Viena. En 1900. Cambiemos de ropa. ¡1900! Estamos en el pasado. ¡Me encanta el pasado! Mucho más tranquilo que el presente… y más seguro que el futuro. Brilla el sol. ¡Es primavera! En el perfume de su aire… se percibe que llega el amor. ¿Verdad? Y para que el amor empiece su ronda, ¿qué nos falta?
Un vals. He aquí el vals. ¡Gira el vals! ¡Gira el carrusel! Y la ronda del amor, también gira.¡Giran! ¡Giran mis personajes! La tierra gira noche y día. El agua de la lluvia se transforma en nubes. Y las nubes otra vez en lluvia. Damas honestas, tiernas modistas, aristócratas… ¡Hasta soldados! Cuando el amor los sorprende, giran, bailan, al mismo paso. Es la hora de empezar la ronda. Es la hora tranquila en que muere el día. Fíjense como la bella jovencita se acerca porque ya está aquí la ronda del amor. ¡La ronda del amor!
- ¿Vienes rubio?
- No, no, se equivoca señora.
- ¿Señora? ¿Te burlas de mí?
- Yo no me burlo de nadie.
- Bueno, ¿vienes o no vienes?
- Yo no participo del juego.
- ¿Juego?
- ¡Yo dirijo la ronda! ¿Me comprende? Y va a empezar con usted. Por favor, póngase ahí, en
la esquina. ¿Quiere? ¿Los oye?
- Sí, son los soldados.
- ¡Otra vez militares!
- Sí, siempre hay militares.
- Pero el suyo es el sexto.
- ¡Será como todos!
- Sí, pero en un instante la acompañará.
- Buenas noches, señora.
- Buenas noches.