Para estas vacaciones de invierno decidí desafiar los dichos de la ministra de economía argentina y viajar al extranjero. Al no poder pagar el pasaje de avión en cuotas, no me alcanzó para Europa. Ahí decidí realizar un viaje que llevaba años deseando: conocer Bahía, en el país vecino de Brasil. Compré los pasajes por Aerolíneas Argentinas e hice las reservas por Booking.
Leí mucho y seguí consejos de varios otros viajeros. ¡Por fin volvería a hacer snorkel! Antes del viaje fue toda ansiedad ya que llevaba más de dos años sin salir del país. Tuve que ir a Aeroparque de madrugada. Por el horario era mucho más caro Cabify o Uber que un taxi por lo que fui en un radio taxi que conozco: Taxi Paris. El conductor llegó unos minutos antes por lo que tuve bastante tiempo de espera. Por fin salimos y muy poco después llegamos a Porto Alegre. Tuve que retirar la valija, hacer el check in de nuevo y migraciones. Por suerte iba con tiempo. Allí cambié el chip del celular.
Me interesaba estar comunicada en Brasil y, si bien es más barato comprar el chip allá, yo quería ir segura de modo que lo compré en Buenos Aires en Hola Sim que tiene un local en el centro. Sinceramente funcionó muy bien (hay que tener un celular liberado). Y gracias al cupón de Sir Chandler me ahorré unos pesos. También pueden averiguar si le conviene el roaming. Depende de cada empresa de telefonía.
Después de una breve escala seguí a Salvador y, por fin, el calor. Odio el frío. En la oficina de turismo del aeropuerto (y realmente, en todos lados) me recomendaron pedir un Uber. Allá se manejan fundamentalmente en Uber, que es legal y muchos hasta tienen un cartel que los identifica como tales. El taxi es caro, el colectivo es inseguro (en la primera semana en la que estuve atacaron uno y robaron a todos los pasajeros) y el metro no llega a todos lados. Nadie te recomienda usar colectivo. Antes había uno especial al aeropuerto, pero desapareció con la pandemia. Si es un trayecto muy largo pueden combinar Uber con el metro. Más allá de esto, sí, hay un colectivo de línea que va del aeropuerto a Barra y al centro (4,90 reales). El metro llega al aeropuerto pero todavía es muy nuevo y faltan estaciones (4,10 reales). Si no tienen valija creo que el metro es lo ideal. El Uber me costó 65 reales en efectivo hasta mi hospedaje en Barra. Tardó media hora (en colectivo es mucho más porque tiene muchas paradas).
Había leído mucho sobre dónde alojarme en Salvador y el barrio mejor calificado era Barra así que busqué un hotel por ahí que no fuera costoso. Al final encontré la Pousada Papaya Verde, a cuadras de la playa y del faro. La ubicación, perfecta. Cerca del mar, del Shopping de Barra, de restaurantes y en una zona donde me sentí muy segura. La habitación era pequeña y le faltaba algún perchero, pero era cómoda. Tenía minibar, aire acondicionado, ventilador de techo, un armario, baño privado con buena ducha caliente y bidet. A eso sumen una linda terraza con hamacas y sillones, un jardincito delantero (con monitos saguis) y desayuno buffet con jugos variados, tortas, frutas y demás. El área es tranquila y sólo me molestaron un poco los otros huéspedes que hablaban a los gritos en el pasillo. Atención y limpieza, impecables. Francamente, volvería a quedarme ahí. Ojo que solamente aceptan pago en efectivo.
Apenas llegué fui a una sucursal del Banco do Brasil para hacer el depósito requerido de reserva a las excursiones de Lençóis (adonde viajaría luego). Originalmente pedían un depósito por Paypal, pero por las restricciones que existen en Argentina no pude hacerlo. Hablé con la agencia y aceptaron mi propuesta de hacer el depósito al llegar a Brasil. No se puede hacer por cajero automático, pero el banco estaba vacío y me atendieron enseguida en la caja. Fue un trámite muy rápido (yo había llevado efectivo para tal fin). Tanto para la posada como para este depósito necesitaba dinero en efectivo por lo que llevé reales. Si están autorizados, pueden comprar en el banco donde tienen su cuenta con un límite por mes. Sino sólo queda el real Blue. En Brasil no pude sacar dinero de cualquier cajero. Únicamente pude hacerlo en los ATM del Banco Bradesco. Siguiendo los consejos de Sir Chandler, no retiré dinero con la tarjeta de débito, sino con la de crédito. No usé la tarjeta de débito para nada. Por otro lado, la última vez que había viajado a Brasil, trataron de clonar mi tarjeta de débito y leí que eso es muy común allá. No usen la tarjeta de débito (salvo que no tengan alternativa) y no entreguen la de crédito. En Brasil todos les van a acercar el postnet para no tocar el plástico. Aproximan la tarjeta y listo. Y hasta los vendedores ambulantes tienen postnet.
Fui luego al supermercado (compré principalmente agua mineral), compré un helado en Açaí Connect (autoservicio) y caminé un poco por la costanera. Finalmente me duché, cené pollo asado con arroz del super Hiperideal y me acosté temprano.
Aunque el pronóstico para el sábado decía que sería un día espléndido (como efectivamente resultó) en medio de la temporada de lluvias, no contraté ningún tour porque necesitaba descansar. Me levanté tarde, disfruté del variado desayuno de la posada y fui a conocer el fuerte y faro de Barra. Además de poder subir al faro propiamente dicho y tener una vista espectacular, se visita un museo marítimo. No recuerdo el precio de la entrada. No me di cuenta de bajar al Buraco da Sereia.
Más tarde fui a la playa de Porto da Barra, la mejor de la zona. No llevé dinero ni tarjetas. Dejé mis sandalias, toalla y cámara a los pies de una señora que prometió cuidarlas. Entré al agua con el celular en una funda. No me daba mucha confianza, pero bueno. Debo haber estado una hora en el mar, siempre vigilando mis cosas. Había mucha gente porque era fin de semana. Volví al alojamiento a ducharme y salí de nuevo hasta la zona de Porto da Barra porque quería comprar algunas cosas (hay varias tiendas). Vi el atardecer desde el Fuerte de Santa María y disfruté con el mapeo de pinturas de Carybé sobre el Fuerte de San Diego. Comí un helado en Doce Gelato y volví por la costanera. Al otro día sí tendría mi primer tour.
Originalmente me había contactado con De Boa Turismo porque tenían un descuento en un paquete de tres excursiones que me interesaban, pero al final no tenían una de las tres (la de Mangue Seco que quedó pendiente ya que ninguna agencia la hacía). Igual organicé dos paseos con ellos. En los dos me derivaron a otras agencias. El trato fue muy bueno, pero no realicé ningún tour directamente con esa empresa.
Al otro día me pasaron a buscar puntualmente a las 7:30 hacia Praia do Forte. La agencia a la que me derivaron se llama Tartaruga Azul Tours y me gustó mucho el servicio brindado.
Salimos hacia Praia do Forte. ¿Se puede ir en colectivo? Sí, pero no pude confirmar los horarios actualizados del transporte público. En principio se podría ir y venir en el día. Sino habría que quedarse a dormir en Praia do Forte. En los datos les paso lo que había averiguado.
Al llegar a Praia do Forte nos dividimos entre los que íbamos a hacer snorkel y los que no. Al ser optativa, la actividad no está incluida en el precio de la excursión. Obviamente yo no lo pensé mucho y como llevaba mi propio equipo de snorkel solamente pagué por las fotos (podría no haberlo hecho, pero quería esas fotos). La empresa se llama Galego Mergulhos. Equipo (snorkel + crocs) y fotos costaba R$70, sólo fotos R$30. Yo había llevado zapatillas de agua: una gran idea porque la playa es muy rocosa. Fue hermoso volver a hacer snorkel después de tantos años, ver a los peces alrededor mío y poder darles de comer en la boca.
Terminado el snorkel, fui al Proyecto Tamar para recorrer el sitio donde rescatan tortugas marinas. Ya había pagado la entrada (R$35) a la guía para no tener que hacer fila. La verdad es que acá me hubiera gustado tener un poco más de tiempo. Igual pude ver todo. Parece un pequeño zoológico con tortugas en piscinas. Tal vez por eso no me terminó de convencer. Tienen varios tipos de tortugas, algunas bastante grandes. Me gustó especialmente una albina que me miraba a los ojos a través del cristal. También tienen tiburones y rayas.
De ahí pasé a la pequeña iglesia San Francisco de Asís y al centro de artesanías. Me hubiera gustado tener más tiempo para ver las vidrieras de la calle principal. Pero debía volver al bus para ir a Guarajuba. Allí paramos en el Bar do Carlinhos donde podíamos usar las instalaciones y guardar nuestras cosas. Yo no comí nada del restaurante (dicen que la comida es muy buena, eso sí, carísima) sino una lata de ensalada de atún que había llevado. Me fui a la playa a hacer snorkel y por suerte encontré varios peces. Compré cocadas deliciosas a la vuelta del restaurante (Cocadas da Eylane). A las tres de la tarde fui a cambiarme y ya volvimos hacia Salvador. Fue un día perfecto.
Al otro día me levanté de madrugada porque me pasaban a buscar ¡a las 5am! Sí, una verdadera locura. Esta vez fui con la empresa LCR Brisa al Morro de São Paulo en la isla Tinharé. Tampoco tengo quejas respecto al servicio. En sí, lo mejor sería ir al menos dos días al Morro porque el viaje es largo y complejo y uno termina muerto de cansancio. Para ir por su cuenta, abajo les paso las posibilidades, pero en principio son dos: ir en catamarán o hacer el recorrido mixto que hice yo.
Bueno, me pasaron a buscar y fuimos en la combi hasta la terminal náutica para tomar el ferry a Itaparica. Llovía cuando salimos pero luego paró y pudimos ver un dorado amanecer. El ferry es un transporte público y el barco (de origen griego) está bastante descuidado. El ferry de Internacional Travessias permite autos y hay que llegar una media hora antes de embarcar. Sale uno por hora. Nosotros partimos a las 6:30.
Una vez en Itaparica (el trayecto es breve) tomamos el bus a Valença para llegar al embarcadero cercano (casi dos horas de viaje). Si quieren, pueden hacer esta combinación por cuenta propia y comprar el pasaje de Bom Despacho, Itaparica, a Valença por Cidade Sol. Es posible comprar el boleto en la terminal náutica de Salvador mientras esperan la partida del ferry. Los autobuses los esperan al llegar. Está todo muy organizado. El atracadero Bom Jardim está a 14km de Valença (hay que bajarse en la rotonda policial, pueden preguntar). Se puede ir en colectivo o taxi.
De esa pequeña terminal cruzamos en lancha al Morro. ¡Por fin! Importante: no hay autos allá. Como el terreno está lleno de subidas y bajadas y los hoteles están un poco lejos, pueden contratar un taxi-carretilla. ¿Qué es eso? Bueno, un hombre que les lleva las valijas en carretilla hasta la puerta del hotel. Lo mejor igual es no ir muy cargados.
El sitio es muy pintoresco y parece sacado de una película. Yo seguí al guía hasta la segunda playa donde estaba reservado el restaurant Sambass para dejar mis cosas. Nuevamente, no pensaba comer ahí. Volví sobre mis pasos, subí al faro y fui a tirarme en tirolesa del morro a la primera playa (80 reales). Una experiencia única. Después aproveché para conocer las demás playas. La segunda es la más turística, pero la tercera me pareció más tranquila. Tiene una larga pasarela y también hay hoteles y restaurantes. Finalmente llegué a la cuarta playa y sus piscinas naturales donde se puede hacer snorkel. Casi no hay olas y uno puede caminar entre peces. La marea estaba muy baja así que no se podía nadar. Lamentablemente se nubló y sin sol comencé a tener frío en el agua. La cuarta playa tiene 4km de largo así que no alcancé a visitar la quinta porque no tenía mucho tiempo. Finalmente, tras un manglar, está la playa del Encanto. La conoceré en algún otro viaje.
Volví caminando a la segunda playa donde comí mi lata de ensalada de atún como almuerzo. El sitio era el paraíso. Fui a cambiarme al restaurante donde tenía mis cosas. A las 14h comenzó a llover. No me preocupé mucho porque a las 14:50 ya teníamos que estar frente a la iglesia Nuestra Señora de la Luz para ir al muelle de vuelta. Así que si bien se nubló y llovió, no fue que se me arruinó el paseo. Aproveché para ver artesanías y comer un helado en la Ribeira, la heladería más famosa de Bahía que tiene varias sucursales (R$12 la bocha).
Fue interesante volver en lancha bajo la lluvia (con una cubierta de plástico). Claro que por el tema del clima el retorno se hizo mucho más largo. Otra vez el autobús (esta vez con más gente) y el ferry. Me senté arriba con la guía de otra empresa esquivando las gotas de lluvia. Tuvo el encanto de lo imprevisible, de lo distinto.
Tras muchas horas, volví finalmente a la posada. Me duché, comí algo y me acosté.
Al otro día había arreglado a través del alojamiento con la empresa Express para hacer un tour exclusivamente a la Ilha dos Frades. En principio había comprado esta excursión en Despegar con la agencia Luck, pero me dijeron que no la iban a realizar y tuve que cancelala (y todavía no tengo el dinero de la misma porque quedó a cuenta en Despegar). En todos lados te ofrecen Ilha dos Frades con Itaparica, pero yo quería ir solo a la primera por reseñas que había leído. La cosa es que a las 7 de la mañana me mandan un mensaje diciéndome que se suspendía el paseo por el estado del mar a la vuelta. Casualmente me dijeron que el tour a Frades e Itaparica no se suspendía. Al final, perdida por perdida y ya que me había levantado temprano, hice lo que no quería: acepté el tour a ambos sitios con tal de no perder el día. Luego descubrí que hay un catamarán que va únicamente a la isla dos Frades, aunque no lo hace todos los días. Abajo les dejo la info.
El tour empezó bien. Me pasaron a buscar puntualmente y fui a la oficina a pagar el paseo. Ahí me derivaron a otra empresa y me empecé a preocupar porque terminé en Cassi Turismo, que tiene las peores reseñas en internet. La única agencia adonde no quería terminar. Ellos me llevaron a su propia oficina de donde salimos hacia la terminal náutica (bastante caótico todo). El problema en sí no fue el paseo, sino que te engañan para sacarte más plata. Básicamente son estafadores.
El tour empezó bien. El barco era lindo y tenía música a bordo (claro que no te decían que no estaba incluido y que tenías que pagarles a los músicos R$10 en efectivo). La navegación a la ida fue tranquila. Pasamos por el fuerte San Marcelo y nos adentramos en la Bahía de Todos los Santos hasta la isla dos Frades. Son más de dos horas de viaje. Nos ofrecieron una bandeja de fruta (dos bandejas en total para todo el barco) así que agarré una rodaja de sandía y otra de papaya. Luego pasaron con una bandeja de bebidas y, aunque sabía que las bebidas se pagaban (y eran bastante caras), como me pusieron el vaso en la mano y entendí algo así como «cortesía» terminé aceptándolo. Fui una tonta. Yo no había llamado al camarero ni usado la carta para no pagar ninguna bebida, pero caí ante este engaño. Y eso que me considero inteligente. Pero ¿qué iba a pensar si me ponen un vaso en la mano? Sinceramente pensé que esa ronda de jugos (una mezcla de sobras que ni siquiera era un licuado) era gratis. Tampoco me dieron ningún vale de lo que tenía que pagar. Hacia el final del viaje fueron de mala manera a pedirme de pagara y cuando traté de explicarles lo que para mí era un malentendido se pusieron violentos. Por miedo a una escalada, terminé pagando. Los del catering son una mafia y tienen todo muy aceitado para estafarte.
Pero volvamos al paseo en sí. Llegamos finalmente a la isla dos Frades. Ahí se paga una tasa de R$25 (yo le había dado el dinero al guía) porque es una reserva natural. Estuvimos menos de dos horas ahí ¡Y yo quería estar todo el día! Ni siquiera tuve tiempo de subir a la iglesia Nuestra Señora de Loreto. Aproveché el tiempo haciendo snorkel, pero me hubiera gustado quedarme. Tampoco pude visitar otra playa. En lo posible, busquen una excursión que vaya solo a esta isla. Yo no lo logré, pero no pierdo las esperanzas de viajar alguna otra vez a Salvador y hacerlo.
De ahí fuimos a Itaparica, específicamente al restaurante Manguezal (sí, todo está diseñado para que sigas gastando plata). Como el barco no se puede acercar a la orilla bajamos en botes y luego a pie. Fue interesante. En la puerta del restaurante te dan un número. Yo dejé mis cosas con una familia de argentinos que había encontrado y salí a la playa. No pensaba ir a comer ahí. La playa es muy linda, no hay gente y encontré un cardumen de peces plateados. Yo nadé mientras los demás almorzaban. Finalmente entré de nuevo al restaurante, me cambié y para salir tuve que cambiar el número que me habían dado por un papel que decía que no había consumido nada. De nuevo me había llevado una lata de atún.
Retornamos al barco ya para regresar a Salvador. El atardecer fue de película. La última parte del paseo fue bastante movida así que tenían razón los de la otra agencia respecto al mar.
Los paisajes fueron hermosos. Lástima que por la actitud de ciertos individuos, el paseo resultó agridulce.
Los demás días ya no tomé excursiones de día completo. Yo tenía ganas de ir a Mangue Seco, pero no encontré ninguna salida. Pensé también en el tour a las playas de San Antonio, Imbassai e Itacimirim o en tomar un colectivo a otras playas de Salvador, pero la verdad es que las que tenía cerca ya eran preciosas.
Era 20 de julio y aproveché para dormir hasta tarde y aprovechar a full el desayuno. Luego caminé por la playa hasta el Morro do Cristo. Fui al shopping da Barra y encontré que podía comer barato así que almorcé en Raizes. Comida saludable y rica. Tenía un tour gratuito a pie por Barra a las 15 así que fui un rato antes a Porto de Barra y esperé metida en el agua. Así vale la pena esperar.
Como vino una familia argentina nos dividimos en dos grupos: uno en portugués y otro en español. Mi guía fue muy simpático y nos contó muchas cosas. No lo dije, pero fue mi festejo del Día del Amigo. Los miércoles los museos son gratuitos, por lo que entramos sin cargo al Fuerte de San Diego para ver las coloridas pinturas de Carybé (un pintor argentino radicado en Brasil) y al Espacio Pierre Verger en el Fuerte de Santa María (fotografías). Nos contó la historia de Salvador y sus raíces africanas.
El paseo terminó con el atardecer desde el Faro de Barra. ¿Qué más se puede pedir?
Volví al shopping para cenar, pero esta vez en Vida. También un buffet por peso. Estuvo lindo con música en vivo en el patio de comidas.
Tampoco me levanté temprano al otro día aunque, como sabía que el clima iba a desmejorar, me apuré a ir a la playa de Porto da Barra. Me habían dicho que era la mejor playa para hacer snorkel. Salí con lo básico, cosa de no preocuparme por dejar algo sin vigilar mientras nadaba. Fui hacia el muelle de piedra, adonde el guía del día anterior me recomendó que buceara. Encontré muchísimos peces, un cangrejo, calamares y ¡una tortuga! Fue mágico nadar con una tortuga marina. Estaba tan absorta que hice un mal movimiento y me lastimé las costillas. Luego volví a la posada a ducharme. Salí de nuevo hacia esa misma zona de la playa para ver artesanías. Volví cuando se nubló y comenzó a refrescar.
Recogí un abrigo para ampararme del viento y salí otra vez pero hacia el otro lado. Mi plan era conocer a pie las playas más allá del Morro do Cristo. Al final sólo llegué hasta Ondina, pero el clima estaba tan feo que todo se veía gris. Me alejé del viento y volví al shopping de Barra para cenar con música de jazz.
Al día siguiente abandonaría Salvador para adentrarme en el interior del estado de Bahía.
PENDIENTES: Tour a Mangue Seco (no se puede ir por cuenta propia o lo hubiera hecho), Buceo en Porto da Barra, playas de Itapuã & Flamengo.
DATOS:
- Colectivo 1001 del aeropuerto a Barra y Praça da Sé en el centro de Salvador.
- Si se hospedan en Praia do Forte es posible contratar un paseo para avistar ballenas. Me interesaba pero no se puede hacer si uno va por el día. Les dejo el dato de una empresa que realiza la excursión: Portomar.
- Autobuses a Praia do Forte: Expresso Linha Verde (138/138EXE/138URB). Sale de la terminal y tarda 1:30h aproximadamente. +55 71 99658-1305. También está la Linha Branca, una combi que sale del centro comercial de Iguatemi a las 6:10 y las 10:40. Confirmen horarios antes de ir. Como yo no logré hacerlo preferí ir con un tour.
- La terminal náutica está atrás del Mercado Modelo. Los pasajes en ferry a Itaparica son muy económicos. Tienen una tarjeta específica para viajar, pero no sé si es obligatoria como la SUBE. Los colectivos también funcionan con una tarjeta, pero permiten pagar en efectivo.
- Se puede ir en catamarán directo al Morro de São Paulo (R$ 138,70), pero me dijeron que lo pasan muy feo porque se mueve mucho (va por mar abierto) y muchos terminan vomitando. Transporte Ilha Bela o Bio Tur. El catamarán sale a las 9/10:30/14:30 de Salvador y a las 11:30/14/15 del Morro.
- Lanchas Dáttoli de Bom Jardim (Valença) al Morro o viceversa: de 7 a 18h.
- En el Morro de São Paulo me quedé con ganas de contratar alguna actividad con Zimbo Dive Tur: scuba dive (R$200), kayak (R$50), bicicleta (R$60), cabalgata en la playa (R$120), paseo en calesa (R$80), cuatriciclo (R$400), excursión a Moreré (R$200), Excursión a Gamboa (R$80). Están en la tercera playa. +5571991251023/ 75992042586. Tenían paseos de snorkel embarcados.
- Otra empresa con paseos en la isla es Federico Tours.
- En el Morro también hay restaurantes con precios más económicos. Sólo hay que caminar un poco.
- Catamarán Ilha dos Frades: 7199221-8185/ Graziele 71992138740 [email protected] Tienen un stand en el Mercado Modelo.
- Todas las empresas hacen el paseo de Ilha dos Frades + Itaparica y todas tienen quejas similares a las mías. Pero tal vez tengan una experiencia mejor. Passeios as Ilhas promete, por ejemplo, tres horas en Ilha dos Frades y cuesta más barato. También está la empresa Apolonio que tiene una ventanilla en la terminal náutica.
- Tour a pie por Barra. Muy lindo, pero se supone que es por propina y pedían R$50. Por suerte aceptaron menos plata porque no había llevado tanto. 50 reales son casi 10 dólares. En Pelourinho me ofrecían por esa plata un tour a pie privado. Claro que no con un guía certificado, pero lo cuento para que hagan un cálculo de los precios.
- Es posible comprar comida hecha en Hiperideal y en Super Bompreço. El primer supermercado tiene más variedad.