Leo las normas del juego. Creo que es la tercera vez que lo hago sin enterarme bien de lo que pone pero es que ya con la primera frase , me he quedado bloqueado.
Algunas de las sillas, son trampas mortales. Si te sientas ahí, si apoyas tu culo en esa superficie:¡Plof! , mueres. Esta es la parte en la que se anula mi comprensión lectora y dejo de entender el resto. ¿Mueres? ¿Otra vez?¿Y cómo?
Presto más atención y me concentro…Bueno. Esto ya me tranquiliza más. Tampoco es que tengas un final sangriento o de lenta agonía. No. Si ya has pasado por eso una vez, sería de mal gusto repetirlo. No. Es rápido. Podía decirse que te desintegras en segundos. Desapareces de un plumazo aunque en este caso, sea más propio decir » de un sillazo».
¡Plof! Me desconcierta ese ruidito tan tenue. Ya lo he oído un par de veces desde que estoy aquí. Las personas que comparten conmigo la sala de espera, me informan que el ¡Plof! es malo. Lo bueno, es el silencio.
¡Plof! es sinónimo de fin.
Lo vuelvo a oír. Me gustaría poder decir , estando donde estoy, que oigo una onomatopeya más digna pero es un claro ¡Plof ¡ Pienso en la chica rubia que acaba de entrar en la sala de las sillas. ¿Será ella la que ha hecho ¡Plof!?
Hay mucha gente…Cientos, miles de personas, esperando para jugar a la silla. Las reglas son muy básicas: si eliges bien tu silla ,te toca “cielo”. Si no lo haces, despareces. Te borran del universo, vamos. Y lo hacen, con ese ¡Plof!
Parecerá que es malo pero así, te ahorras la posibilidad de “ infierno”. O todo o nada. Efectos de la crisis que, por lo que se ve, es literalmente sobrenatural y ha llegado también hasta aquí.
Ya casi es mi turno…¿Quién iba a imaginar esto?…
Lo del overbooking del infierno, eso, ya lo sabíamos todos pero…¿Numerus Clausus en el Cielo?…
Oigo mi nombre.