Plomo en el chocolate, problema de salud para los niños

Un artículo publicado en la revista científica Science Direct alerta sobre el riesgo de que los niños abusen del chocolate, no porque les pueda doler la barriga o porque es un alimento que podría contribuir al sobrepeso y la obesidad, los investigadores israelíes alertan sobre el contenido de trazas de metales pesados en el chocolate, concretamente hablan del plomo y explican que aunque su concentración es reducida en la mayoría de marcas comerciales, se debe considerar un problema de salud para los niños, grandes consumidores de chocolate.

Abusar del chocolate puede provocar que se supere el límite diario de plomo recomendado por los organismos de salud, al tener los niños un peso reducido y poseer una mayor capacidad de absorción del tracto digestivo, este metal pesado neurotóxico circularía por el torrente sanguíneo en una concentración elevada, pudiendo llegar a ocasionar daños neurológicos. Los expertos explican que una porción de chocolate puede contener hasta un 20% de la cantidad diaria límite que se considera segura, abusar del chocolate incrementaría la ingesta del metal pero además, hay que tener en cuenta que otros alimentos también tienen trazas de plomo, por lo que se podría llegar a superar el límite de seguridad.
Hay que destacar que los expertos explican que los adultos no corren el mismo riesgo, ya que la absorción de metales pesados a través del tracto digestivo es inferior. Teniendo en cuenta que muchas pruebas sobre los límites de metales pesados u otros elementos químicos se han realizado con adultos, los valores que se consideran seguros podrían afectar a los niños y no hablamos sólo de plomo. Quizá sería necesario que la EFSA (Agencia de Seguridad Alimentaria de la Unión Europea) revisara nuevamente los valores de determinados elementos químicos presentes en los alimentos y modificar la actual tabla de valores de la ingesta diaria admisible.

Volviendo al estudio, los expertos encontraron una correlación entre altos niveles de plomo y los alimentos sólidos con base de cacao, lo que englobaría en el paquete a muchos productos que contienen chocolate. Los investigadores recomiendan que los niños consuman las tabletas de chocolate con leche o chocolate blanco en vez del chocolate negro, ya que este último alimento presenta unos valores más elevados del metal pesado. En otras investigaciones se ha demostrado que al organismo le cuesta mucho tiempo eliminar el plomo y puede provocar problemas de salud, los niños pueden sufrir alteraciones del comportamiento, retraso en el desarrollo del lenguaje, sufrir vómitos y pérdida de peso, tener problemas de memoria, etc.

Ante estas consecuencias, es necesario controlar la ingesta de chocolate en los niños, pero también será recomendable conocer qué alimentos tienen un nivel de plomo elevado, aunque puedan encontrarse dentro del margen de seguridad, la combinación de varios alimentos podría provocar que se sobrepasase el margen de seguridad establecido. En la investigación que hemos conocido en Food Quality News, se analizaron varias marcas de chocolate que se comercializan en Estados Unidos e Israel, se buscaron y midieron las trazas de ocho elementos, cadmio, bismuto, molibdeno, arsénico, manganeso, cromo, cobalto y plomo.

Para realizar las mediciones de los niveles de los elementos indicados, utilizaron la espectrometría de masas. Se analizó la manteca y el cacao en polvo y determinaron que la mayor concentración correspondía a manganeso, cromo, cobalto, cadmio, molibdeno y plomo. Aunque el más destacado y peligroso fue el plomo, los expertos advierten sobre el chocolate negro, aunque ya se sabe que es beneficioso, los excesos suelen resultar contraproducentes. Se ha de sopesar el aporte en antioxidantes beneficiosos y la concentración de otros componentes indeseables como puede ser el metal pesado indicado.

En definitiva, chocolate negro sí, pero con moderación, con ello se evitará superar la ingesta diaria admisible de plomo. Podéis conocer todos los detalles de la investigación a través de este artículo publicado en Science Direct.

Foto | Sukiweb

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