Revista Diario

Pobres vacas, pobres humanos...

Por Tenemostetas
Por Ileana Medina Hernández
"Solo hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana.
Y no estoy tan seguro de la primera."
- Albert Einstein.
Pobres vacas, pobres humanos...
Circula hoy en la red maternal de Facebook esta noticia. La primera expresión que me sale al leerla es: "¡pobres vacas, pobres humanos!". ¿Con qué derechos nos creemos los humanos sobre el resto de las especies vivas del planeta?
 Me llama la atención que, ante este nuevo paso de la "ciencia", se espera "la oposición de los grupos que se oponen a los alimentos transgénicos". ¿Y el resto de la humanidad no dirá nada? ¿Nada sobre las vacas, nada sobre las mujeres, nada sobre los bebés criados con tal "experimento científico"?
Casualmente esta mañana leía también la ilustrativa tabla que publica Eloísa sobre la diferencia entre la leche de fórmula y la leche materna. Y me vino a la cabeza una reflexión.
Está muy bien que la ciencia demuestre la superioridad de los ingredientes de la leche materna sobre cualquier otro sucedáneo. Cada día se descubren nuevos componentes, con importantes funciones sobre el organismo de los recién nacidos.
Pero yo creo que la ciencia está llegando a sus propios límites. ¿De verdad es necesario gastar recursos científicos en demostrar que la lactancia materna es lo mejor, o que los niños necesitan que sus padres los acaricien y hablen con ellos, o que lo mejor para un recién nacido es no ser separado de su madre, y  por otro lado, a la vez, en clonar vacas para que se conviertan en nodrizas humanas? ¿No es paradójico?
Espanta hasta donde puede llegar la necedad humana: que sea necesario dedicar tantos recursos a la investigación científica para; por un lado demostrar verdades de perogrullo, y por otro para lucrar con nuestra propia ignorancia y nuestra propia neurosis. Si el ser humano no estuviera tan lejos de su más elemental esencia, tanto unos como otros dineros podrían dedicarse a causas más urgentes, con el hambre que hay en el mundo.
¿Mucho más sencillo que manipular genéticamente a las vacas, no seria preguntarnos por qué la especie humana no puede o no quiere alimentar con nuestra leche a nuestros hijos?
Por mucha química y mucha clonación, el problema principal del biberón no son los ingredientes de la leche sucedánea.
No puede decirse mejor que con estas palabras de Casilda:
"Lo peor del chupete o del biberón no es que el pezón sea de plástico, sino el cuerpo que falta detrás del chupete o biberón. Lo peor no es que la leche artificial nutra peor o proteja menos; lo peor es que rompe la relación libidinal. En la maternidad, el ritmo del mundo visceral tiene que convertirse en un ritmo unísono de dos seres en simbiosis, un ritmo simbiótico. Como dice Gabriela Mistral, hemos de mecer nuestra carne para mecer la de nuestros hijos." *
Así, da igual que clonemos a las vacas, o que fabriquemos leches de fórmula cada vez mejores. Pero va a seguir faltando lo esencial: el cuerpo materno. El placer que siente el bebé al succionar el pecho de su madre, su olor, sus latidos, la energía del intercambio con el cuerpo materno, la expansión de saberse en el lugar en que debe estar, en el mejor lugar del mundo.
Ay de quien no sepa apreciar la diferencia.
___________________*Rodrigañez, Casilda: La sexualidad y el funcionamiento de la dominación, 2008. Versión digital, 2011, pág. 136.

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