Revista Sociedad

¿Podemos interpretar y transformar la identificación política?

Publicado el 23 junio 2014 por Ssociologos @ssociologos

Fue justo hace cinco años que cayera en mis manos una de las publicaciones más interesantes para entender cómo es posible utilizar lenguaje y la comunicación política para redefinir los marcos conceptuales políticos, No pienses en un elefante, (Madrid. Editorial Complutense. 2006), obra del lingüista y  profesor en la Universidad Berkeley, George Lakoff.

izquierda derecha ¿Podemos interpretar y transformar la identificación política?

Ahora que está tan de moda hablar de la crisis de las ideologías y las estructuras tradicionales de pensamiento político, no hay como recurrir a  Lakoff y su teoría cognitiva sobre la idea de que el sistema político occidental se organiza a dos modelos opuestos e idealizados de familia, para no olvidar que las interpretaciones que podamos hacer de los distintos modelos sociales se pueden explicar desde el papel que queremos desempeñe el conjunto de Administraciones Públicas.

Según su teoría, la visión conservadora del mundo se fundamenta sobre valores tradicionales y familiares. Lakoff lo denomina “modelo del padre estricto”. El padre estricto (el Estado) es la autoridad moral cuya única misión es defender a la familia. Según este modelo los ciudadanos han de limitarse a ser disciplinados y a valerse por sí mimos. El Gobierno como protector de la nación, como salvaguarda del orden, la justica y garante de la libre competencia de personas y empresas. Un modelo donde los tributos han de limitarse al sostenimiento de este sistema y no privar la capacidad  económica de aquellos ciudadanos que han sido disciplinados para destinarlo a mantener a aquellos otros que no lo han sido.

Por otro lado tenemos lo que el profesor denomina “el modelo del padre protector”, característico de una visión progresista del mundo. El padre protector (el Estado) conforma un sistema de seguridad para el conjunto de la sociedad. El Gobierno se responsabiliza en proporcionar bienes y servicios públicos a todos los ciudadanos. Los tributos son la cuota necesaria que todo ciudadano debe pagar para participar del propio sistema.

Es cierto que Lakoff desarrolla su teoría a partir del sistema político norteamericano por lo  que incurriríamos en un error si lo extrapoláramos en todos sus términos al sistema de bienestar social europeo. El autor parte de una cultura política muy distinta a la existente en la UE, que cuenta con un sistema de protección social muy alejado de lo que incluso los progresistas norteamericanos están dispuestos a plantear para su propio país.

Hecha esta referencia teórica, quiero hacer mención sobre la clasificación tipológica que plantea para definir a los progresistas americanos. La establece desde el punto de vista del científico cognitivo, no desde una perspectiva sociológica ni politológica. Los diferencia en seis grupos: socioeconómicos, con conciencia de clase, ecologistas, defensores de las libertades civiles, espiritualistas y antiautoritarios.

Lakoff detecta en sus estudios que muchas de las personas que se identifican con alguno de estos grupos no reconocen que el suyo es precisamente un caso especial de algo más general, y no acaban de ver la unidad entre todos los tipos de progresistas. Están convencidos de que su modo es el único de ser progresista. Esto impide que personas que comparten valores y principios progresistas y una manera de ver el mundo muy similar lleguen a unirse de forma efectiva.

Desgraciadamente la realidad europea y particularmente en los Estados del sur sobre la división existente en la izquierda ideológica no es muy diferente. Ha sido a partir del fracaso de los gobiernos progresistas europeos en la gestión de la crisis económica, cuando se ha incrementado la fractura entre las distintas opciones progresistas y la aparición de nuevos  movimientos que han provocado un escenario político nuevo para la izquierda europea. En cambio, los conservadores americanos descubrieron hace tiempo a través de sus think tanks, la importancia de los marcos cognitivos y como transformarlos para sumar nuevos apoyos de personas cuya identificación política debiera estar más cerca de opciones progresistas.

Existen mitos que datan de la Ilustración y que los progresistas nos hemos creído a pies puntillas el que de que la verdad nos hará libres. Si nosotros le contamos a la gente los hechos, como la gente es básicamente racional, todos sacarán las conclusiones acertadas. Pero tal y como afirma Lakoff en este ensayo, la gente no piensa de esa manera. Son los marcos cognitivos los que determinan el pensamiento de la gente, marcos como el del padre estricto y el del padre protector. La verdad, para ser aceptada, tiene que encajar en los marcos de la gente. Si los hechos no encajan en un determinado marco, el marco se mantiene y los hechos rebotan.

Otro de los mitos procedentes de la Ilustración es que las personas no actúan en contra de sus propios intereses ya que sería irracional, pero igual que Lakoff otros científicos cognitivos como Daniel Kahnena (premio Nobel de Economía) han demostrado que mucha gente no piensa realmente así, sino que deposita sus ilusiones y su confianza en función no sólo de sus expectativas, sino por medio de respuestas emocionales, sentimentales e en muchos casos idealizadas.

La gente vota principalmente por su identidad, por sus valores, por aquellos con quienes se identifican. Cuando votamos en función de los valores y los estereotipos culturales, lo que determina como votamos es el modelo que se activa para nuestra comprensión de la política en ese momento. Los ideólogos conservadores lo saben muy bien, diseñan su estrategia de comunicación política en función de los marcos cognitivos de sus bases electorales utilizando el lenguaje político para transformar algunos de los marcos cognitivos progresistas provocando que personas cuya condición social no se identifica con las élites privilegiadas acaben votando la misma opción políticas que éstas. 

(*) Viñeta de Manel Fontdevila para eldiario.es


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