Lleva varios días retumbando en las redes sociales la noticia de la candidatura de Pablo Iglesias Turrión a las europeas impulsada, principalmente, por el colectivo Juventud Sin Futuro y la dirección de Izquierda Anticapitalista. Como toda noticia que aparece en estos márgenes entre lo institucional y la ruptura con lo posible, ya están comenzando las primeras guerras entre las diferentes sensibilidades, con los reproches mutuos habituales, a la vez que se clama por un discurso unitario invitando al contrario a que converja contigo.
Me he tomado unos días para crearme una opinión al respecto. Cuando unos días antes de saltar la noticia me la comentó en una conversación informal un amigo de Izquierda Anticapitalista, le dí mi opinión, que prácticamente no varia un ápice tras conocer las reacciones y las informaciones oficiales.
En mi opinión esto es una buena noticia para la izquierda, seas de la familia que seas y apoyes a quien apoyes. Esto no lo acaban de comprender muchos compañeros de Izquierda Unida cuando hemos valorado la noticia. En lo general creo que es un paso adelante sobre todo a la hora de cuantificar y cualificar la izquierda del Estado español, de medir el músculo, y me detendré más en ello después. En lo particular, creo que es un buen acicate para que en Izquierda Unida nos pongamos las pilas sobre refundaciones, bloques sociales y propuestas que, a pesar de sus buenas intenciones, no acaban de cuajar ya sea por demérito propio o ajeno.
“Podemos”, como así se llama ese nuevo proyecto, aprovecha de una forma a mi juicio muy inteligente, el potencial mediático de Pablo Iglesias. No es el mejor candidato que se podría coger de las gentes de la izquierda alternativa apartidista. Probablemente Ada Colau, como símbolo de la lucha contra el despropósito de la banca contra los ciudadanos, sería la mejor opción para aglutinar ese discurso antiautoritario que tanto urge llevar a Europa. Pero lo que está claro es que Pablo Iglesias tiene su tirón y su fuerza gracias a su forma de transmitir el discurso de una forma llana y didáctica en tertulias televisivas de distinto pelaje. A mí personalmente ni me gusta ni me disgusta, no soy su mayor fan, tampoco su enemigo, pero no le niego su capacidad de saber llegar y trasladar, asignatura pendiente de la izquierda en su conjunto.
Una candidatura en este sentido serviría para medir el músculo de la izquierda estatal en un campo de batalla óptimo para ello como son las europeas. La circunscripción única y la percepción ciudadana por unos comicios que no siente cercanos y, por tanto, tiene menos reticencias a cambiar su voto hacia opciones diferentes puede ayudar a hacer análisis más certeros sobre la fuerza real de nuestra(s) izquierda(s). Evidentemente lo deseable sería que todas las gentes que nos situamos en esta orilla pudiésemos converger de una vez por todas, no solo en espacio, sino en tiempo, pero ante esa incapacidad manifiesta, tanto de IU como de los demás, solo cabe intentar analizar los puntos positivos. Y desde luego una candidatura que pueda movilizar a sectores a los que desde Izquierda Unida no estamos llegando, que hemos perdido por el camino o que simplemente quieren experimentar otras formas de organizar sus propuestas políticas, para mí es una buena noticia, no la considero una amenaza. Entre otras cosas, y aquí pasamos a lo interno, porque opciones como esta nos abren el espacio para deducir qué podríamos hacer para acercarnos a esa gente que está por diversas razones alejada de nosotros y propiciar los debates que quizá no nos estamos planteando.
Evidentemente con esto no estoy animando a nadie a votar esta candidatura, ni insinúo que yo lo vaya a hacer, de hecho me despierta muchísimas dudas el proyecto y muchos de sus componentes. Tampoco me tranquiliza el método escogido para llevarlo a cabo de espaldas a los militantes, cuando ese es uno de los reproches que se le hace a IU.
Yo considero que Izquierda Unida es por hoy el mejor espacio para construir alternativas, al menos en eso estamos en nuestro municipio, pero está claro y quien no lo vea se engaña, que aunque la alternativa no se puede construir sin Izquierda Unida, tampoco puede hacerse solo con Izquierda Unida. Si realmente aspiramos a construir una Syriza llegará el momento de apartar egos, reproches y sectarismos y confluir. Millones de parados, desahuciados y víctimas de la crisis nos lo exigen.
Ya que la tan ansiada unidad no se consigue, por culpa de todos, aquí no nos libramos nadie y me niego a aceptar el discurso de que es solo culpa de Izquierda Unida, esperemos que una vez pasen las elecciones europeas, la suma de votos a la izquierda, más allá de los pesos institucionales obtenidos, las almas que ese día hablen, nos den el sopapo necesario para aprender de una vez que lo fundamental, y más ahora, es ser capaces de unir lo diverso sumando lo disperso.
Parafraseando al viejo Marx en su “18 de brumario de Luis Bonaparte” (capítulo VII), la izquierda “está pasando aún por el purgatorio”. Toca seguir al viejo topo que incesantemente camina bajo tierra, lento pero constante, para irrumpir con estruendo cuando menos se espera. Quizá entonces podremos decir aquello de “Europa se levantará, y gritará jubilosa: ¡bien has hozado, viejo topo!”
¿Seremos capaces? Espero que sí, por la cuenta que nos trae. Aunque haya compañeros que nos pongan tan difícil creer que sea posible.