Esta semana me llegó la siguiente oferta de trabajo: Office Manager en el Suryalila Retreat Center en Andalucía. Los requerimientos son: Inglés fluido, interés en el yoga, disponibilidad de vivir en el centro y ocuparse de las tareas administrativas del negocio. La comida sana y clases de yoga diarias opcionales son parte del paquete retributivo.
Mi primera reacción era: ¡Es genial! ¡Quiero! De hecho mi cerebro ya empezó a distraerse con un sinfín de detalles (oficina de correos para envíos de té, horarios nuevos para Mentes Inquietas, ubicación del próximo aeropuerto, …). Fue esta actividad mental frenética que me alertó que algo no iba bien.
Tu cerebro no es tu amigo, de gaping void
Observando un cerebro embriagado
Por normal general, somos adversos al cambio. Es la razón por la que cuesta tanto crear un hábito o alterar una rutina. El cerebro reptiliano prefiere seguir como siempre, ignorando tus argumentos intelectuales por las que un cambio podría ser ventajoso.
Los únicos cambios que le gustan a tu cerebro reptiliano son los cambios rápidos que resultan en la felicidad eterna. Embriagado por esta promesa, tu cerebro se obsesiona: lo único que le separa de la felicidad es este nuevo móvil, esta nueva camiseta, una nueva pareja o un nuevo trabajo.
Fue exactamente lo que me pasó a mi: leyendo la descripción del puesto, mi cerebro se emborrachó y empezó a diseñar una nueva vida. Convenientemente ignoró los detalles que no le encajaban y empezó a crear un plan para mudarme a Andalucía.
Te lo explico en tercera persona, porque por primera vez conseguí aplicar lo que había estado practicando durante muchas sesiones de meditación: separarme de mis pensamiento y observarlos. Fue lo que hice.
Mis pensamientos parecían un grupo de surikates de vacaciones: un montón de actividad, buen rollo en todas partes y poca visión de lo que pasaba alrededor. Cuando llegué al punto de buscar en google dónde quedaría la próxima oficina de correos cerca del centro de yoga (para los envíos de Grinti) decidí intervenir.
Porque cuando tu cerebro de repente intenta convencerte de que algo nuevo es lo mejor que hay… es un buen momento para buscar la fuente de la manipulación desde fuera (publicidad por ejemplo) o desde dentro (frustración con algún aspecto de tu día-a-día).
¿Cómo encaja esta pasión temporal en mi plan general?
Sabía que por muchos pegas que le iba a poner pegas, mi cerebro, este maestro testarudo en buscar excusas, iba a encontrar una solución (o simplemente ignorar lo que no tuviera solución). Así que adelanté mi revisión mensual de mi hoja de ruta (el plan estratégico de felicidad) para que mi cerebro embriagado me explicara cómo encajaría una mudanza a Andalucía dentro de esta hoja de ruta.
El efecto fue casi inmediato: por mucho que le daba vueltas, no encajaba. Sí, el trabajo suena súper interesante. Sí, a lo mejor disfrutaría viviendo en un centro de yoga. Es una oportunidad que despierta en mi un entusiasmo desenfrenado y aún así, sé que no es para mi. Era importante que me recordara a mi misma cuales eran mis prioridades para poder analizar esta opción con la cabeza fría.
¡Ojo! No dejo de pasar esta oportunidad porque no puedo. Sé que si me lo propondría encontraría formas de hacerlo realidad. Que podría hacerlo no es razón suficiente para hacerlo. Hay oportunidades que no hace falta que las aproveches, porque sabes que vendrán otras que a lo mejor encajan todavía mejor con lo que tú quieres conseguir.
Antes de subirte a un bus, compruebas que te acerca a tu destino. Lo mismo lo puedes hacer con las oportunidades.
PD: Si esta oferta de trabajo encaja contigo, infórmate aquí: Escape the city