Duelen de solo verlas y lamentablemente se repiten con más frecuencia de la que uno, como espectador y amante de este deporte, desearía. La referencia es clara y esta emparentada a las patadas criminales y arteras.
Se juega fuerte en la actualidad y para desgracia de algunos, son muchos los futbolistas que confunden enjundia y vigor con salvajismo y desmesura. Que pierden noción de donde se esta y que creen que por tratarse de un juego en el que el roce es permamenete, esta todo permitido.
Sergio Ramos aun sufre las recriminaciones de la opinión publica por su artera entrada a Lionel Messi y quien también lo esta padeciendo es Lukas Podolski. El delantero, ex Bayern Munich y de presente en el Colonia, no tuvo reparos en la humanidad del pobre de Edin Dzeko, del Wolfsburgo, y le propinó una durísima patada en los testículos. Leyeron bien. Justo ahí. Lejos de expulsarlo, el árbitro del encuentro solo le mostró la tarjeta amarilla.
La de no actuar en consecuencia y permitirle al futbolista seguir en cancha luego de salvajadas como esta, lamentablemente es un ejercicio que se repite a menudo. Son muchos los jueces que minimizan este proceder violento, o que simplemente, deciden obviarlo.
Por el bien del fútbol y de los futbolistas, que al fin y al cabo y auque esto pueda resultar una obviedad, son los protagonistas principales de este juego, seria bueno que, tanto los encargados de velar por el bienestar de los jugadores dentro del campo, como aquellos que sentados cómodamente en sus escritorios se preocupan poco por impartir sanciones ejemplificadoras, dejen de mirar para otro lado y de una vez por todas hagan las cosas como las tienen que hacer para que este accionar se acabe.