Dices que el éxito llenó de minas tu camino,
que no es la adversidad lo que te mata,
sino tantos títulos y tantos triunfos:
la magnitud inesperada de tus victorias.
Como un oráculo
enuncias la verdad sin comprenderla
y de este modo te condenas a padecer
en tus actos su sentencia.
Porque no es ganar lo que te aqueja,
sino ver que con ganar nada se alcanza
que no sea otro peldaño en la escalera.
Que no hay trofeo que sacie el hambre
y que detrás de un logro
otro reto te estará esperando.
Que este deseo que te activa el alma
es inmortal, que no tiene premio,
mientras que a ti
se te acaba el tiempo.
Trágico Aquiles moderno,
también a ti te tienta traicionar tu deseo.
Recuerda que la historia
sólo contará de ti
el tiempo que gastaste
en su efímero sueño.
Ruy Henríquez
5 de mayo de 2012