Revista Libros
Ladridos de perros aúlla la tierra en la medianoche.
Quien sabe sobrevivir a la risa de los hombres salvadores retorna al apacible vientre de la ciénaga.
Sin juzgar todo abandono de lo humano ¡benditos sean los lamentos del suplicio!
Despojados del miedo a la pesadilla ¡el mundo debe ser creado de nuevo! gritan las voces de los ángeles salvajes.